Lun 07.01.2002
libero

LE GANO EL RUMANO-CANADIENSE LEONARD DORIN

Balbi empezó muy bien, pero terminó muy mal y perdió el título mundial

El argentino aplicó los mejores golpes, ganó la mayor cantidad de rounds y sacó ventajas claras en el cómputo final, pero dos jueces vieron mejor la enjundia del retador y le dieron la pelea. Fue campeón menos de tres meses.

Por Daniel Guiñazú

Si lo esencial es invisible a los ojos, para explicar por qué Raúl Balbi dejó de ser el campeón mundial liviano de la AMB a manos del rumano Leonard Dorin habrá que recurrir a todo aquello que no fue evidente a simple vista. Los intensos 36 minutos que duró la pelea de la madrugada del domingo en el Freeman Coliseum de San Antonio, Texas, no dejaron lugar a confusiones: fue Balbi quien aplicó los mejores golpes, quien ganó la mayor cantidad de rounds y quien sacó ventajas claras en el cómputo final (Líbero lo vio ganador por 116 a 112). El problema fue que el muchacho de Moreno empezó muy bien, pero terminó muy mal. Y es en este punto exacto donde hay que recurrir a lo virtual antes que a lo real.
Porque la diferencia la marcaron las reservas de uno y de otro. Balbi concluyó con su rostro entero, fresco, sin marcas. Pero adentro estaba vacío, hecho añicos. La estrategia de presión y avance constante de Dorin lo desgastó rápido. Y a partir del quinto round, la pelea se le convirtió en un calvario. Balbi llegó al final del combate, exhausto, con sus piernas flameantes. No era la viva imagen de un campeón del mundo.
En cambio Dorin, con su cara lacerada por los golpes de Balbi, con las dos cejas partidas y sangrantes, con los pómulos y los párpados tumefactos, con los ojos cerrados, tuvo ese aliento último que le faltó al argentino. Arrancó dando y recibiendo. Y acabó de la misma manera, siempre a un ritmo más afín al de una máquina de pelea que al de un hombre que boxea. El corazón del rumano radicado en Canadá, sus ganas de ser campeón pese a todo y una preparación física excepcional le permitieron un final a toda orquesta, mientras Balbi no podía con su alma. La mirada sesgada de dos de los tres jurados hizo el resto para consumar la injusticia.
¿Por qué hubo un Balbi dominante y seguro en la primera mitad de la pelea y un Balbi agotado y vacilante de allí al final? Quizás haber bajado 9 kilos en 20 días (el 16 de diciembre viajó a Panamá pesando 70 kilos) y haber pasado sin escalas del calor centroamericano al frío del sur de los Estados Unidos pudo haber afectado las energías del hasta ayer campeón del mundo. Para soportar el infernal ritmo de pelea que Dorin propuso e impuso desde la campanada inicial había que estar diez puntos en lo atlético. Y Balbi no estaba en semejante nivel de excelencia.
Mientras tuvo sus baterías cargadas, el argentino (61,010 kg) se mostró activo y movedizo, repartió bien la izquierda arriba en jab, cross y uppercut y abajo en gancho y pegó en proporción de 3-1. Dorin (60,750 kg) se venía, forzaba la pelea corta y friccionada, apelaba a su cabeza como tercer puño, pero no podía con la velocidad de Balbi y recibía todo lo bueno y mucho que el argentino le lanzaba.
Una izquierda en uppercut de Dorin que detuvo el andar imparable de Balbi en el 4º round fue el primer indicio de que soplaban en la pelea vientos de cambio. Balbi dejó de ser el que había sido hasta entonces. Y Dorin siguió avasallante sin importarle los cortes que ensangrentaban y desfiguraban su cara. En el intervalo del 4º al 5º round, subió el médico a su rincón para revisarlo. Pero le dio el pase. Y, lejos de desanimarse, Dorin duplicó su esfuerzo. Enfrente, Balbi se desinflaba minuto a minuto.
En el 7º y el 8º asalto, Balbi dio lo último de sí. Pudo sostener los cruces frenéticos que planteaba Dorin y llegarle al hígado. Pero se quedó sin gas para los últimos cuatro rounds que fueron un suplicio. Y Dorin puso hasta lo que no tenía. En el 9º, el rumano lo hizo vacilar a Balbi con una derecha. En el 10º le descontaron un punto por un golpe bajo y un pisotón simultáneos y no le importó nada. En el 12º terminó mandando con una derecha voleada que Balbi, agotado, nunca acertó a bloquear o a esquivar. Ray Hawkins evaluó los 12 rounds y dio ganador a Balbi por 115 a 112. Duane Ford (114-113) y Gale Van Hoy (115-112) sobrevaluaron la mejor impresión final que entregó Dorin y determinaron que el título había cambiado de manos. Balbi no tuvo fuerzas ni para quejarse de lo mal que lo habían tratado y adujo una lesión en la mano derecha. El ciclo de Balbi fue el más breve de los 24 campeones mundiales profesionales que consagró el boxeo nacional. Duró 2 meses y 27 días, y fue el 10º argentino campeón del mundo que perdió su título en la primera defensa. Ahora deberá esperar que su manager, Osvaldo Rivero, se mueva rápido y le consiga una nueva chance antes de fin de año. Tiene dos contras grandes: nadie se afirma como campeón de la AMB (Dorin es el octavo titular en tres años) y su figura no interesa a las grandes cadenas televisivas de los EE.UU., en las que Dorin es figura secundaria. De haber ganado, lo esperaban el italiano Stefano Zoff, el campeón europeo; Paul Spadafora, el campeón de la FIB y, al final del camino, quizás el extraordinario Floyd Mayweather. Como Balbi perdió, su carrera ha vuelto a fojas cero. Una lástima: se esperaba mucho más de él.

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