Lun 26.08.2002
libero

GOLEO A RACING EN ARROYITO Y ES UNICO ESCOLTA

Central nunca baja de cuatro goles cuando gana

Después de haberle convertido seis goles a Lanús y cinco a Gimnasia, el equipo rosarino se recuperó de la caída en Bahía Blanca con tantos de Ferrari, De Bruno, Delgado y Figueroa, y está a un solo punto de River.

Por Alejo Díaz
Desde Rosario

Un Central imparable y creativo expuso nuevamente a Racing a una goleada que se tuteó con la humillación y que hizo delirar a más de 30 mil hinchas por los goles y la jerarquía de las concepciones de cada una de las jugadas. Es verdad que los rosarinos descifraron las claves del encuentro luego del penal que fabricó Figueroa con talento artístico, pero desde los 35 minutos el conjunto de Menotti trituró al de Ardiles con casi una hora de fútbol elegante, agresivo, vistoso y, por sobre todo, encantador. Una nueva derrota para Racing que Ardiles tendrá que explicar en la gerenciadora del club y lejos de cualquier comprensión deportiva. Aunque, por identidad, seguramente no tolerará la rendición de cuentas.
En el plano futbolístico, Racing fue una copiosa lluvia de frustraciones y derrotas. De perder con Talleres e Independiente, ayer lo hizo ante Central. En Córdoba cayó porque jugó mal. Ante el Rojo porque jugó mal y ante un rival de otra dimensión, y ayer ante un Central que, antes de pensar en cualquier necesidad estadística –a causa de su débil promedio–, prefiere concentrarse siempre en sus capacidades para jugar el mejor fútbol.
El equipo de Menotti ostenta un título que no tiene vidriera, pero que goza de repercusión popular: ser el equipo que mejor ha logrado jugar en el torneo. Y ayer Racing lo padeció en un partido que se definió en el primer tiempo y tuvo su prolongación en el complemento.
Este Racing que venía golpeado por Independiente tenía muy debilitada su entereza anímica. Cuando Central se puso en ventaja con un tiro penal de Ferrari –Furchi cobró infracción de Campagnuolo a Figueroa, pero el arquero no tocó al delantero–, el equipo de Ardiles se desintegró entre su impotencia. A partir de ese momento, se jugó otro partido.
Contradiciendo al Maestro Tabárez, que había recomendado ir al cine o al teatro para ver espectáculo, el equipo de Menotti entregó otra función de fútbol y goles que se sumó al show de los hinchas en las tribunas, desembocando en un espectáculo multitudinario e imposible de reducir en una sala.
Antes del entretiempo, De Bruno desvió un tiro de Díaz y descolocó a Campagnuolo para marcar el segundo. Racing ya no tenía sanación. Y en el complemento llegó la mejor actuación de los canallas en el torneo.
Ardiles hizo un cambio casi por compromiso. Central sacó a lucir el excepcional juego de su defensa con Díaz llegando siempre antes que la pelota, y en ofensiva crecieron las tentaciones de los pibes del Flaco.
Entre tanto toqueteo, Delgado quedó de cara al arco y no tuvo dificultades para superar al indefenso Campagnuolo. Y como colofón de la tarde, Central zurció una jugada que despertó admiración y furia: de espaldas al arco, y después de una decena de toques, Arriola tiró un taquito al aire y dejó solo a Figueroa para que señalara el cuarto de Central. Por ese arrebato atrevido, Maidana se sintió autorizado para darle a Arriola un puñetazo sin pelota y sacarlo de cancha con un tajo profundo en su ceja izquierda.
Ahora Central va con todo su fútbol a visitar a Newell’s al Parque Independencia. Y Racing seguramente encontrará en Ardiles al culpable de todos los males.

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