Diez impresiones digitales
La fecha de este fin de semana se fue de largo entre golazos, grandes atajadas, puteadas, escándalos y emociones diversas; son los vaivenes naturales del fútbol cotidiano.
› Por Juan José Panno
1 Dedo gordo. Minga de tres dedos. Parado a veintipico de metros del arco, en línea oblicua, en posición de diez, el Chelo Delgado tomó una cortísima carrera, pensó (dos dedos de frente que le dicen) y le dio a la pelota con la cara interna del botín derecho, esto es con el dedo gordo y un cachito del vecino y mandó la pelota por arriba de la barrera. La volada del arquero de Arsenal, Limia, y el impacto de la pelota en el travesaño y su posterior caída dentro del arco le dieron mayor espectacularidad a la acción. Con ese fantástico gol de tiro libre, Boca le ganó a Arsenal y mantiene una lucecita de esperanza en el campeonato. Y Delgado, ese mismo Delgado a quien querían crucificar hace exactamente un año, cada día canta mejor.
2La yema de los dedos. Boca ganó con el golazo de Delgado y también con una atajada sensacional del Pato Abbondanzieri. Fue a los 45 minutos del primer tiempo, con el partido ya 1 a 0. Piersimone le pegó como pudo, con el muslo, a un centro que le llegó desde la punta y mandó la pelota con destino casi inexorable de red. Casi, porque el arquero de Boca activó todos los reflejos, voló hacia su derecha y llegó apenitas, con lo justo, con la puntita de los dedos. El arquero de Boca volvió a demostrar su poder de reacción frente a pelotas envenenadas como ésas y salvó a su equipo de un gol que pudo cambiar la historia del partido.
3Pulgares levantados. Ahora resulta que se abandonó la idea de colgar a Oscar Tabárez del Obelisco o de mandarlo en Buquebús a Montevideo y, por el contrario, se piensa en renovarle el contrato para el año que viene. Las sucesivas victorias contra Chacarita, River, Huracán y Arsenal cambiaron el clima pesado que se respiraba en La Boca después de la derrota ante Colón en Santa Fe, un par de semanas antes del Superclásico. La rachita de Boca parece mejor aun por el mal momento por el que atraviesa River.
4Dedos acusadores. En el vaivén de este fútbol nuestro, los dedos acusadores apuntan ahora al chileno Manuel Pellegrini y a los jugadores. La hinchada le pide al entrenador que se vaya de vuelta a Chile y le dice a los gritos que River no es San Lorenzo. Una desafortunada declaración de Pellegrini (“nunca pensamos en el campeonato”, dijo hace un par de semanas) fue como un fierro oxidado en los oídos de los hinchas. “La camiseta de River/ se tiene que transpirar”, les cantaron ayer a los jugadores cuando Lanús se puso 2 a 0, en una nueva demostración de intolerancia. Es verdad que River no jugó bien, pero también es cierto que tuvo mala suerte y que hizo más méritos que su rival para quedarse con los tres puntos.
5Uñas y dientes. Cuando se haga el balance de este campeonato, Lanús mostrará con orgullo sus victorias contra los dos más grandes. A Boca le ganó por 1 a 0 con un penal dudoso, sin jugar bien, y a River también lo venció sin jugar bien, aunque sin ninguna ayudita. Ayer, el cuadro que dirige Chiche Sosa, un viejo zorro, un técnico vivo para arreglarse con poquito, se colgó del travesaño en el segundo tiempo y aguantó como pudo las embestidas de River, que atacaba ciego, maltrecho y presionado y, aun así, puso la pelota varias veces cerca de la red. En el balance del torneo también podrá decir que, con su planteo ultradefensivo, Lanús casi le empata a Independiente, aunque en esa oportunidad el DT era el profe Córdoba. Lanús hoy anda por la mitad de la tabla con 21 puntos, más cerca de la cola que de la punta.
6Dedos de una mano. Queda la confirmación, luego de esta fecha, que en el fútbol argentino las goleadas estrepitosas son una especie en vías de extinción. El sábado, San Lorenzo le ganaba por 4 a 0 a Huracán cuando los hinchas del Globo copiaron la fórmula que utilizaron los de River contraBanfield y terminaron el partido por mano propia colgándose del alambrado. Si los partidos no se terminan por los incidentes, se terminan con un pacto entre caballeros, como ocurrió cuando River goleó a Estudiantes. Cuando aquel partido de La Plata se puso 5 a 0, los jugadores acordaron cerrar ahí la cuenta, aunque después llegó el sexto en un grosero error defensivo de Estudiantes. En estos tiempos, los goles que le haga un equipo a otro se podrán contar con los dedos de una mano y punto.
7La mano de Russo. Central superó a Chicago por 3 a 2 y recuperó la sonrisa luego de la sucesión de derrotas y empates que se fumaron al técnico anterior, el Flaco Menotti. Resulta gracioso leer, en algunos cables de agencias noticiosas, que “se nota la mano de Miguel Russo”, el nuevo entrenador que casi no conoce a los jugadores. “El gol de Mandra fue el primero de pelota detenida de Central en el campeonato”, se remarca con la intención de desacreditar la gestión anterior y valorizar al nuevo adiestrador. Es parte del folklore de nuestro pobre fútbol.
8A cuatro manos. Independiente celebró muchísimo la sufrida victoria que consiguió ante Unión en la noche del sábado, pero ya empieza a preocuparse por anticipado por el partido de la próxima fecha contra Banfield. Una derrota o un empate agrandarán las posibilidades de Boca, que anda a la pesca. Pero la verdad es que tienen que darse demasiados resultados en contra (casi un milagro) para que al cuadro de Gallego se le escape el campeonato.
9Mano a mano. Una buena: Estudiantes de la Plata y Newell’s jugaron un partidazo, el mejor de la fecha y empataron 3 a 3. Siempre fue adelante el cuadro rosarino y los platenses –que jugaron un tiempo con diez, por la expulsión de Aquino– rescataron al final un punto. “Me gustó porque empatamos a lo Estudiantes”, declaró eufórico Oscar Malbernat.
10Fuck you a Van Gaal. Aunque Boca gane, sus hinchas siguen extrañando a Juan Román Riquelme y observan con mucha atención cada uno de sus pasos en el fútbol español. En la fecha de este fin de semana, el crack metió el gol de penal con el que su equipo le ganó al Villarreal, y en su festejo clásico del Topo Gigio se advirtió un nuevo mensaje contra el entrenador, que lo pone cuando no tiene remedio o, si no, hace cosas disparatadas como no dejarlo formar tándem con Saviola. Recién cuando entró el pibito ex River, el cuadro catalán levantó su rendimiento. Si el holandés dirigiera al Valencia, seguro que dudaría en poner o no a Aimar.