CONFIDENCIAS DE UN DIRIGENTE ATIPICO
Capriotti, o cómo ser la mano derecha de Barrionuevo y contarlo de frente
El vicepresidente de Chacarita es el hombre de confianza del incombustible Luis Barrionuevo. Afinidades y diferencias: peronismo, fútbol y política.
Por Gustavo Veiga
Fuma en pipa con la apariencia de un intelectual reposado. Está leyendo Vida de Nietzsche, un libro de los tantos que pasaron por sus manos desde su juventud. A los 57 años, Armando Capriotti dice recordar otras lecturas: Gorki, Dostoievski... como también evoca su etapa de vendedor en la desaparecida editorial Codex. El vicepresidente 1º de Chacarita es un personaje singular dentro del fútbol. Acido crítico del orden establecido, sostiene que en la AFA puede decir lo que le place. Sin embargo, este dirigente peronista, que reconoce como jefe político a Luis Barrionuevo, a menudo debe hacer equilibrio entre dos polos: el sindicalista gastronómico y Julio Grondona. Un desafío que hasta ahora ha sabido sobrellevar.
–¿Cuáles son las razones que lo unen a Barrionuevo?
–Tienen que ver con el barrio y con la militancia. El verdadero Luis es el de Chacarita. Un tipo que actúa por lo que hace y no por lo que dice. En el club hizo...
–Pero usted sabe que en la última década él quedó prisionero de sus propias palabras, como aquellas de “hay que dejar de robar dos años en la Argentina” o “soy un recontraalcahuete de Menem”.
–Yo pienso que Luis, por empezar, es un trabajador, un laburante. No viene de la clase media. Primero descargaba cajones de frutas en el mercado de San Martín y después trabajó de mozo. Quizá no se sabe expresar muy bien, pero es muy inteligente. Es un autodidacta que no fue al colegio, pero que lee mucho más de lo que se supone. Muchos libros me los pide y, los que no, me dice que se los explique.
–¿Se ha visto obligado a defender lo indefendible después de alguna de sus tantas actitudes políticas?
–No, hemos discutido mucho... pero yo creo que dijo verdades. Cuando él afirmó que en este país había que dejar de robar dos años, tenía razón. Si no, que me lo expliquen ahora con este tema del corralito y esos 20 mil millones que se fueron de la Argentina.
–¿Usted se considera la mano derecha de Barrionuevo?
–En materia deportiva sí, en materia política yo creo que no. Nosotros discutimos mucho, pero es mi jefe político. Más allá de que a veces tiene actitudes que no se entienden. Luis es un tipo intempestivo...
–¿Considera a su líder mejor dirigente futbolístico que político o al revés?
–Para mí, en el fútbol es el número uno. Sobre todo, si hablamos de Chacarita Juniors. Porque una institución que estaba arruinada y enterrada 200 metros bajo tierra, él la puso en orden. Los ingresos, los 196 juiciosque tenía, la escuelita de fútbol que él proyectó para 3500 chicos y que manejaba mi mujer. Ahí se daban almuerzo, merienda, cena, toda la ropa y eso lo hizo Luis en San Martín. Su fuerte y el de su esposa siempre ha sido la acción social. Porque, de él, los medios difunden lo que les interesa. Habría que ir a ver su obra también.
–¿Cómo hace usted para convivir en el Comité Ejecutivo con Julio Grondona cuando Barrionuevo le dispara con munición gruesa y más de una vez pidió que lo echaran de la AFA?
–Y... bueno, nos hemos tenido que enfrentar. Pero lo que tiene de bueno Grondona, y yo lo digo siempre, es que no te tapa la boca. Acepta el debate y te deja hablar. A mí jamás me amenazó. En ese sentido, ha sido siempre muy democrático.
–¿Está convencido de que es así o cree que le teme a su jefe político?
–No le sabría decir si es por miedo a Barrionuevo. Pero he visto otras voces disidentes como, por ejemplo, la de Oscar Giménez, el ex presidente de Argentinos Juniors, o la de Tito Guerra, el presidente de Nueva Chicago.
–¿Qué medidas propone usted para intentar sanear al fútbol argentino?
–Ahora, en este momento, hay una lucha de dos modelos. Y, con todos estos despelotes, van a propulsar seguramente el de las sociedades anónimas. Yo he sido siempre un defensor de las sociedades civiles sin fines de lucro porque entiendo que las SA persiguen un objetivo que es obtener utilidades, o sea, el negocio. En cambio, los clubes tienen otro propósito, que es social, cultural y deportivo. Ese es el modelo que yo reivindico.
–Entonces, ¿usted estaría más cerca de lo que sostiene José María Aguilar, el presidente de River, que de los postulados de Mauricio Macri, el titular de Boca?
–Aguilar tiene buenas intenciones, pero nosotros ya nos adelantamos a lo que él plantea ahora. Dice que propone un tope para las primas de los jugadores de 300 mil pesos. En Chacarita no pagamos ni primas ni premios. Nos manejamos con lo que ingresa y la mayoría de los clubes están en esa política, sacando a los grandes. Además, hay que hacer memoria. Marcelo Gallardo, antes de irse a Francia, tenía una prima millonaria y Aguilar era el secretario general de River. Me acuerdo de que estábamos con Luis tomando un café y decíamos: “Ese club se va a la mierda”. Y así es; hoy deben 60 palos. Por su parte, el primer Boca de Macri, cuando apenas asumió, gastó 26 millones de pesos en jugadores y en la etapa de Veira otros 21 millones. Gastaron toda la plata del mundo y ahora vienen a decir que no hay que comprar jugadores por dos años.
–¿En el fútbol hubo algo así como una fiesta semejante a la del menemismo en el gobierno?
–No creo que haya que meter al menemismo en este asunto. Yo defino a la década del ‘90 como la etapa de la explosión del dinero en el fútbol. Acá se pagaron pases por cualquier guita, premios, primas, es decir... entraba cualquier plata por la televisión. Pero así como ingresaba dinero, también aumentaban los gastos. Y ahora estamos en la edad del ajuste, con los clubes arruinados. ¿Quiénes hicieron plata en estos años? La televisión, los intermediarios y los representantes de los jugadores.
–Criticó a Aguilar, a Macri, a la televisión, a los intermediarios, pero en definitiva no terminó de mencionar, ¿qué medidas tomaría usted para salir de la crisis?
–Creo que deberemos discutir el contrato de la televisión de vuelta y también la distribución del dinero. Porque, es cierto que Boca y River son los principales convocantes, pero si nosotros no estamos, ellos tampoco existen. A mediados del 2001, nosotros habíamos hablado de copiar el método que tienen los ingleses. Allá distribuyen el dinero en función de los seis primeros. Es un sistema que no recuerdo bien ahora, pero tengouna copia del proyecto. Y, aparte de eso, hay que discutir el tema las primas. Hoy, el 95 por ciento de los clubes no podemos pagarlas. Las recaudaciones ya no cuentan, con la devaluación los ingresos se van a reducir en un 25 o 30 por ciento, el IVA fue un mazazo final para los clubes, ah, y el tema de la seguridad. Por todo esto, considero que estamos en vísperas de un parto muy doloroso en el que tendrá que nacer un nuevo fútbol argentino. Lo que no sé es quiénes van a quedar en pie.