Lunes, 11 de junio de 2012 | Hoy
OPINIóN
Por Daniel Guiñazú
A Manny Pacquiao le hicieron pagar al contado aquella victoria que le regalaron en noviembre del año pasado sobre Juan Manuel Márquez. Si esa noche, tres jurados descarados de Las Vegas transformaron una derrota en el ring en un triunfo en las tarjetas, en la madrugada del domingo y en el mismo MGM Grand Garden Hotel de la vez anterior, otros dos jurados igualmente desfachatados hicieron lo contrario: convirtieron un triunfo en el cuadrilátero ante el estadounidense Timothy Bradley en una derrota en las cartulinas, que transformó al inmerecido ganador en el nuevo campeón de los welters en la versión de la Organización Mundial. Y le cortó al filipino una racha invicta de más de 7 años y 15 peleas de extensión.
Lo que volvió a pasar en Las Vegas reabrió serios interrogantes respecto de la transparencia y honestidad de las decisiones pugilísticas en el estado de Nevada. Mucho más cuando se sabía de antemano que Bob Arum, el promotor de la velada, ya tenía la firma de ambos de cara a una revancha prevista en principio para el próximo 10 de noviembre. Los fallos desembozadamente favorables a los intereses de los promotores están dañando sin remedio la credibilidad del boxeo. Que aún siendo un negocio multimillonario en su alto nivel, no ha perdido su condición de deporte cuya mayor atracción radica en la imprevisibilidad de los resultados. Y al que con estas ridículas decisiones, que parecieran armadas de antemano, se estaría condenando a una lenta, pero inexorable extinción.
Lejos del estilo arrasador de sus mejores noches, Pacquiao (66,591 kg) igualmente había ganado con claridad. En coincidencia con Líbero, el propio Bob Arum reconoció un 118-110 a favor del multicampeón filipino. Y Harold Lederman, el jurado extraoficial de la cadena HBO que transmitió la pelea a todo EE.UU, concluyó su comentario con un 119-109 para Pac Man. Los muy expertos jueces oficiales, sin embargo, vieron algo muy diferente.
Jerry Roth lo dio estrechamente arriba a Pacquiao por 115-113. Y C. J. Ross y Duane Ford la vieron exactamente a la inversa. 115-113 para Bradley (66,138 kg). “Esto mata al boxeo, es totalmente descabellado, una incompetencia total. Nadie que sepa de esto lo podía tener ganador a Bradley”. Lo dijo Bob Arum, el dueño del circo y aun así, el gran beneficiado por el disparate. Pacquiao y Bradley volverán a verse las caras el 10 de noviembre. Ojalá esa vez se haga justicia.
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