ROSSI
› Por Pablo Vignone
No ganó ni uno solo de los títulos que disputó, pero nadie peleó tantos campeonatos como él, hasta la última carrera de cada torneo. Si los resultados mandaran, Matías Rossi no habría sido el mejor piloto del automovilismo argentino del 2012. Pero a la cátedra no le quedó la menor duda de que el Misil de Del Viso le pasó el trapo a la competencia, cuando reiteró, volante en mano, que el estilo vale más que el boletín de calificaciones.
Rossi fue el dominador del Turismo Carretera a lo largo de la temporada, quedándose con la etapa regular y con dos victorias (Rafaela en julio, San Luis en octubre). Terminó como subcampeón en una definición polémica, luego de que la ACTC cambiase el reglamento técnico. Ahí se desdibujó el Rossi de los resultados y afloró el de la convicción, el peso pesado abajo del auto, defendiendo su derecho a ganar mejor que ningún otro rival (y por eso les ganó en ese rubro también). “Lo que hicieron es inexplicable. Pero el TC es así, si no te gustan las reglas, andate...”, dijo en algún momento. En un campeonato normal, sin play-offs, habría sido campeón con una fecha de anticipación. Es lo que vale para medir méritos.
También fue subcampeón del SuperTC2000, perdiendo mano a mano el título con José María López, cuya racha de cuatro victorias consecutivas a mitad de año lo catapultó a una consagración merecida. Matías no ganó mucho menos (lo hizo en Córdoba, en marzo; en San Juan, en mayo, y en el callejero de Santa Fe, en octubre), pero la mecánica no lo acompañó en la fase final del torneo, y la polémica también envolvió el cierre del año en Potrero de los Funes. Nunca nadie había visto tan enojado a Rossi como en esa instancia.
También peleó el título del TopRace, tras ganar otras dos carreras (en Junín durante junio y en Salta en agosto), aunque llegó al cierre sureño del torneo más o menos alterado por la definición del TC y le escaseó la concentración. El sexto puesto final en el torneo premió poco el esfuerzo.
En suma, ninguno de los pilotos top del automovilismo argentino ganó tantas carreras como Rossi durante 2012; aunque su principal mérito (del que derivaron sus victorias y candidaturas) residió en ese estilo agresivo, inclaudicable, que tuvo adeptos (Fontana, Canapino, López en menor medida, por citar a los más destacados), pero sin la potencia arrolladora que puso en la pista el Misil de Del Viso. Un volante que maneja al ataque, como un delantero.
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