Mucho se habló en la semana por los hechos de violencia que pudieran ocurrir en el Superclásico. Por ello, entre los dirigentes de Boca y River generaron varias situaciones para mostrar síntomas de camaradería y tolerancia entre los hinchas.
Antes de que salieran los equipos, veinte chicos aparecieron sobre el césped de la Bombonera con una bandera con la leyenda “no a la violencia”. Alternados, unos con indumentaria de Boca y otros con la de River, los nenes dieron una vuelta alrededor del campo de juego, mientras de las tribunas bajaban silbidos. Una vez ubicados en el centro de la cancha, los chicos se sacaron sus camisetas y debajo tenía puesta una de la Selección Argentina. Allí volvieron a juntarse, todos abrazados.
Otra de las medidas para bajar el nivel de tensión fue la decisión de que ambos equipos ingresaran juntos, por el túnel que habitualmente utilizan los árbitros, sin manga de protección. Encabezados por Eduardo Coudet por River y Mauricio Serna por Boca, los protagonistas entraron caminando, en fila india, uno al lado del otro. Eso sí, casi ni cruzaron miradas. En ese momento, los hinchas se dedicaron a alentar a los suyos. Los de Boca lanzaron bengalas de humo azul y amarillo; los de River desplegaron telas rojas y blancas desde la tercera bandeja hacia la segunda, lo que le puso mucho color a la tribuna. Un rato antes, en la tercera bandeja los fanáticos habían repartido pecheras, lo que permitió conformar una gigante bandera roja y blanca.
Luego de ello, el juez Héctor Baldassi llevó a los futbolistas hacia el círculo central, donde se formaron de manera similar a los partidos internacionales, cuando se entonan los himnos nacionales. Y allí también aparecieron las consignas antiviolencia. La siguiente curiosidad, inédita en un clásico, fue cuando los dos equipos posaron juntos para la foto. Los veintidós protagonistas mezclados, como si tratara de un solo plantel. Allí se acabaron las cuestiones de camaradería y cada uno salió a defender lo suyo sobre el terreno de juego.