La única verdad es la velocidad
El finlandés Marcus Gronholm, el español Carlos Sainz y el inglés Richard Burns libraron una batalla formidable por la victoria del Rally de la Argentina, que finalmente quedó en manos del campeón mundial. Décimo, Gabriel Raies fue el argentino mejor colocado.
› Por Pablo Vignone
Basta de discusión. Basta de protestar por los tiempos, basta de protestar por la gente, basta de sugerir que la Argentina podría perder el rally que organiza con puntillosidad cordobesa desde hace más de 20 años.
Vamos a correr.
Y cómo corrieron ayer.
¿Cómo van a pretender sacar el Rally de la Argentina del Campeonato Mundial si año a año regala definiciones de tono subido, de reconfortante competencia, de emoción cronometrada?
Después del increíble error de Carlos Sainz, el sábado, cuando su navegante Marc Martí le hizo señas de parar y él avanzó, haciéndose acreedor a un minuto de penalización, la última etapa del Rally prometía una batalla sensacional.
(Sainz bajó a su navegante de años, Luis Moya, por un problema económico. ¿Cuánto dinero perderá hasta entender a la perfección las señas del novato Martí?)
Con ese minuto fatal, el estonio Marko Martin largaba en punta esta última jornada, llevándole 15 segundos de ventaja al campeón mundial Marcus Gronholm, 23 segundos a Sainz y 26 segundos al inglés Richard Burns. Cuatro autos en menos de medio minuto.
Vayan y corran, se escuchaba el eco de la sierra.
Uno de ellos decidió que no valía la pena. Tommi Makinen, retrasado el primer día, se miró en el clasificador el sábado a la noche: seguía atrasado, a 15 minutos del líder, y ninguno de los de adelante había abandonado. “Mi hijo nació esta semana y todavía no lo conozco”, argumentó como excusa, y el equipo Subaru lo autorizó a tomarse ayer un avión a Finlandia.
Primer especial del domingo, 23 kilómetros entre Capilla del Monte y San Marcos Sierra. Martin no llega ni a la mitad: once kilómetros después de la largada, su Ford nuevito se quedó sin presión de aceite. Gronholm sigue adelante, Sainz queda segundo a 20s2, Burns sube al tercer lugar, a 20s7, apenas medio segundo detrás del español. El Chancho Raies, el mejor exponente argentino, viene acelerando desesperadamente para entrar entre los 10 primeros. Llega undécimo a San Marcos Sierra, a 22 segundos del japonés Arai.
Vayan y corran.
El sol trepa en la montaña, hora del segundo especial del día. San Marcos-Cuchi Corral, 22 kilómetros. Sainz ve una oportunidad y acelera. A la llegada le ha descontado cinco segundos al campeón mundial. El Peugeot de Gronholm puntea ahora con 15 segundos de ventaja sobre el Citroën de Sainz y 22 sobre el Peugeot de Burns, el inglés corriendo a la expectativa. Raies, en cambio, no se da tregua y reduce a la mitad la ventaja que le lleva el japonés. Son diez segundos ahora los que lo separan del top-ten.
Gronholm se acuerda de aquella rueda perdida en la primera etapa. Corrado Provera, su jefe de equipo, admite que el finés estaba moralmente liquidado entonces. Pero al calor del asado matinal, el mate humeante y el aire diáfano, el campeón ataca. Y ataca.
Va y corre. Entre La Falda y Villa Giardino, efímeros nueve kilómetros, el infatigable Peugeot volvió a sacarle ventaja a Sainz. Otra vez son 20 segundos los que respaldan su hipotético triunfo. Burns no aprieta el acelerador, y queda a 24 segundos. ¿Está todo dicho?
Vayan y corran, que se verá. Todavía quedan 50 kilómetros de polvo y montaña. Raies ha hecho el esfuerzo supremo y consigue doblegar a Arai por apenas ¡ocho décimas de segundo!. Pero faltan 50 kilómetros...
De La Cumbre a Agua de Oro hay 21 kilómetros. Nadie para ya a Gronholm, que le saca otros cuatro segundos a Burns. Uno-dos de Peugeot. ¿Y Sainz? El Citroën ratea, sufre con el cablerío eléctrico, el español pierde diez segundos vitales, y ya hay más de medio minuto entre la trompa de su auto y la vanguardia. Más que preocuparse por la victoria, el español yapensaba en cómo defenderse para conservar la posición de escolta, que acechaba el inglés Burns.
Cuando Gabriel Raies llegó a Agua de Oro lo esperaban dos noticias, una mala y una buena. ¿Cuál quería escuchar primero? El japonés Arai le había arrebatado la posición y le llevaba ahora seis segundos; pero el alemán Armin Schwarz, que viajaba sexto, se topó con el abandono. Conclusión: el top-ten estaba asegurado. A sacar la mano por la ventanilla, saludar a la cordobesada fiel, y ¿pasear? Nada de eso.
Vayan y corran.
Veintiocho kilómetros y monedas de tierra hasta la gloria. Para Gronholm y para Raies pudieron haber sido las mismas curvas entre Ascochinga y La Cumbre, pero la motivación era bien distinta. Para el finés era la última puntada de la revancha, no sólo por la amargura de la primera etapa -cuando le pegó a una piedra, perdió una rueda y tuvo que rodar más de 20 kilómetros en tres patas– sino por lo sucedido en el 2002, cuando una minucia técnica le sacó la victoria a los Peugeot y la puso en manos de Carlos Sainz.
Para Raies era, si el cordobés que ayer cumplía 45 años respeta su palabra, los últimos kilómetros a velocidad de carrera de su vida. ¿Pasear? Vayan y corran.
Llegando a La Cumbre, Sainz le limó otros siete segundos al líder, pero no fueron suficientes. El madrileño miró la tabla final: había quedado a menos de medio minuto de Gronholm. Si no lo hubieran penalizado...
“Podíamos haber ganado con relativa facilidad y estoy disgustado por eso.” A Sainz, normalmente, no se le caen las sonrisas del rostro, así que no es difícil imaginarse qué cara tenía en la llegada. “Pero qué le vamos a hacer. Fue un error de entendimiento y no hay que darle más vueltas.”
El español no tuvo que preocuparse por Burns y su asedio: un problema con el turbocompresor de su Peugeot desinfló su ataque en el tramo final. Gronholm hacía cuentas: todos habían sufrido en algún momento de la carrera –él, Sainz, Burns–, pero nadie había salido mejor librado.
Raies lloraba de felicidad. Ya había llorado en la largada del último especial, cuando le cantaron el Feliz Cumpleaños propios y ajenos. No había podido derrotar a Arai, pero la diferencia era imposible de graficar: ¡Apenas un segundo y siete décimas después de 388 kilómetros a fondo! Décimo, pero el primero en la clasificación de los que corrieron a pulmón, sin apoyo oficial. Y con un auto de 1999... La alegría del Coyote Federico Villagra no era menor: el cordobés había terminado 15º, como segundo mejor argentino colocado, y quinto en la clasificación del Grupo N, que finalmente se quedó el nipón Arai.
Fin de la carrera.
Fin de la discusión.
En todo caso, la seguirán en otro lado. En París, en donde sea que armen el calendario 2004. México asoma, porque los grandes constructores que son los que mueven el Mundial son conscientes de que el mexicano es un mercado más atractivo que el devaluado y golpeado argentino para vender sus autos. Pero en la ruta, cuando cantan los relojes, cuando suspiran las gargantas, la verdad es otra.
Vayan y corran.
Y después digan quién es el mejor.
LA CARRERA
Rally. 5ª fecha, Argentina.
25 pruebas especiales
Pos. Piloto Auto Tiempos
1º Gronholm Peugeot 206 4h14m45s0
2º Sainz Citroën Xsara a 26s6
3º Burns Peugeot 206 a 1m12s8
4º Rovanpera Peugeot 206 a 2m19s3
5º Solberg Subaru Impreza a 3m11s4
6º Auriol Skoda Octavia a 7m58s5
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10º Raies Toyota Corolla a 20m03s4
* Largaron 78 autos, llegaron 33.