CESAR LUIS MENOTTI ANALIZA LA ACTUALIDAD DEL FUTBOL ARGENTINO, ENTRE EL JUEGO, EL ESPECTACULO Y EL NEGOCIO
“Pongan Marketing en los cursos de técnico”
César Menotti siempre tiene algo jugoso que decir. Dispuesto a no dirigir en la Argentina –al menos por ahora–, pero con la pelota siempre cerca de su corazón, desmenuza la multiforme realidad futbolera: Boca, River, Racing, la Selección y la campaña contra Bielsa, el caso Milito, Valdano, el consabido y “reciclado” Bilardo, el querido Central, su última experiencia. Incluso se hace tiempo para incursionar en la actualidad política y el fenómeno Kirchner.
Por Juan José Panno y Adrián De Benedictis
César, usted estuvo en muchos lugares; ¿no tiene ganas de volver al fútbol argentino?
–No, no, acá no. Es imposible, sobre todo cuando veo las pretemporadas: los equipos se están armando a los tumbos. Ya no tengo la paciencia que tenía antes para soportar todo eso. Ganas de entrenar tengo, pero es como si a Salgán le preguntan si quiere tocar, pero después se da cuenta de que no tiene piano ni micrófono. Ahora quiero escribir y seguir investigando cosas. La verdad, estoy cada vez más lejos del fútbol argentino.
–River fue campeón, pero su público le criticó el juego durante gran parte del torneo. ¿Cree que en el Apertura se verá un fútbol más abierto o continuarán los temores?
–El fútbol es imprevisible, y todo parte de la voluntad que haya para tratar de mostrar algo distinto. Habrá que esperar, pero las expectativas siguen siendo las de ver que se recupera la identidad de nuestro juego. El fútbol argentino vive de los tiempos de preparación, y los equipos pierden muchos jugadores, y tratan de reemplazarlos con otros que no son los mismos. Es todo muy desprolijo. Hace años que el nivel está manejado por la economía de los clubes. Por suerte, la aparición de jóvenes sigue siendo importante. Es muy generoso este país, a pesar de todos los maltratos, porque los músicos, los poetas y los futbolistas continúan apareciendo. Pero también se hace muy difícil encontrar un Passarella, un Bertoni o un Kempes. Los chicos necesitan tiempo.
–Pero, por los nombres, ¿se anima a pronosticar un candidato?
–Es difícil, todos se renovaron. Newell’s apostó mucho, River también, Chicago sumó ocho jugadores. Independiente, lo mismo. No sé, puede pasar cualquier cosa.
–Y, en el plano internacional, ¿a qué le atribuye que River, jugando por momentos muy buen fútbol, no logró hacer diferencia, y en Boca pasa todo lo contrario?
–Creo que River contaba con muchos pibes, y Boca tiene mucho oficio. Además hay que ver los adversarios que te tocan. Yo creo que el mejor que jugó la última Copa Libertadores fue Racing, y sin embargo perdió por penales.
–Un buen jugador como Tevez dijo que Boca juega bien. ¿Coincide?
–Y... algunas veces ha jugado bien, pero juega de acuerdo con lo que tiene. Creo que es un equipo que tiene mucha aventura, pero no tiene brillo porque no tiene jugadores para brillar. Hace todo prolijo, aunque no tiene mucha técnica.
–¿El técnico es un invento más de esta máquina consumista?
–No, no. La importancia del técnico como fusible ha ocupado un lugar en los medios muy importante, a tal punto que se dice “el equipo de Fulano”. Por eso, en una época era Aníbal Troilo con la voz de Fulano y Zutano, y después era Roberto Goyeneche y cualquiera. Pero el técnico es muy importante como maestro. Con cuatro o cinco cosas te puede acortar mucho los caminos. Es lindo haber tenido alguien en el fútbol que te haga mirar las cosas distintas, y más ahora que los espejos imaginarios ya no están. Yo me acuerdo que cuando Sívori debutó en la Primera de River, al lado de él estaban Labruna y Pedernera. Ahora, el capitán de River era D’Alessandro, y entonces cuando entra un pibe de 20 años y el equipo no anda bien, empiezan a decir que D’Alessandro gambetea mucho o que se la pasa en el piso. Yo en la cancha de Boca pateé al arco de 40 metros y el Gitano Juárez me puteó de arriba a abajo, y cuando pasó Mourinho al lado mío me dijo: “Pibe, quedate tranquilo que estás jugando bien”, y Mourinho jugaba en Boca. Por eso, que la gente grande te guíe es fundamental.
–¿Y la clave del éxito pasa por la elección de los jugadores o el acierto en el sistema?
–El éxito de un entrenador pasa por lo que le aporte al jugador. Si vos sos periodista y tenés un maestro, él no va a ser feliz porque ganes muchaguita, va a ser feliz cuando lea algo tuyo que vos no lo sabías y ahora lo sabés. Desde mi óptica, el valor del técnico está dado en la capacidad que tenga de enseñar al futbolista a jugar cada día mejor. Un día le dije a Cruyff, cuando dirigía al Barcelona, para qué había comprado a Bakero, que se tiraba al piso y pegaba, y cuando después lo vi jugar a Bakero parecía otro jugador. Por eso digo que el técnico le pude abrir la cabeza a los futbolistas para ser invitados por la inspiración. Esto es como esos que juegan un día por año a la quiniela, y después dicen que tienen mala suerte. Una vez, Bielsa dijo después de un partido que le habían faltado inspiración y creatividad, y yo escribí una nota donde dije que los ángeles de la inspiración revolotean siempre para la cancha de River, pero si vos los cagás a pelotazos agarran el viento a favor y se van al Maracaná. También se lo dije a Passarella, porque el único del que se podía esperar algo en aquel River era de Ortega, y así es muy difícil.
–¿Qué técnico argentino le despierta más interés?
–Sería muy parcial, porque no puedo hablar de mis amigos. Yo digo que hay técnicos que no trabajan y son excelentes, y otros que trabajan y no son tan excelentes. Me parece que River tiene una buena intención, pero no conozco a Pellegrini.
–¿El jugador de hoy no entiende menos el juego?
–Está menos preocupado, pero le gusta.
–¿Hay miedo a jugar?
–No, creo que tienen una gran confusión en el mensaje. Pero hace que sea más lindo que uno se meta adentro de la cancha y muestre lo suyo.
–¿Qué sensación le deja la postura de Valdano en su nueva función?
–El eligió ese laburo, ya no pertenece más a la raza mía. Igual seguimos siendo amigos. Su óptica está ligada al éxito deportivo de una administración, y el fútbol lo debe disfrutar de vez en cuando. El siempre estuvo más cerca del análisis que del descubrimiento. Le cuesta mucho soportar la discrepancia, pero se ganó una imagen. Es como dijo Fidel cuando lo visitó el Papa: “No es difícil encontrar coincidencia entre un auténtico cristiano y un auténtico marxista, lo difícil es encontrar los auténticos”. Por eso es difícil encontrar técnicos auténticos.
–Ahora, dentro de esa autenticidad, un técnico como Bilardo, bien distinto de sus ideas, ha dado muestras de transparencia.
–No lo creo. Auténtico era Zubeldía. Un día me dijo que no me podía entender porque yo le decía que quería jugar, y él decía que si estaban ganando 1-0, espera que se pinche la pelota y se apague la luz. Ese era auténtico. Bilardo no, para nada. Ahora lo escucho y dice que la técnica es lo que importa, que hay que jugar con dos wines, no es el mismo discurso de hace un tiempo. Hay que revisar lo que se dijo históricamente. Si no se conociera al personaje, no hay por qué tomarlo como una contradicción, se puede pensar en una evolución. Pero conociéndolo, no le puedo creer.
–¿Le resulta sospechoso lo que sucedió con Milito?
–No conozco bien el tema, y no tengo por qué sospechar. Es un diagnóstico difícil de predecir. Milito jugó sin problemas durante un año, pero algo le han visto en la rodilla. Aunque esto se debería manejar con un poco más de intimidad.
–¿Intuye que buscan el alejamiento de Valdano del club?
–No lo creo. El es el mejor para ese puesto. No hay otra responsabilidad que la de los médicos. La respuesta final la da siempre el informe de ellos.
–¿En este momento el técnico es una especie de gerente?
–Yo sugerí ahora que pongan Marketing en la escuela de técnicos, cosa que no debería ser así. Acá lo que se trata es de defender al entrenador en cuanto a los compromisos que adquiere. La discusión es quién compra los jugadores. Viene un técnico, me compra cuatro picapiedras, no le va bien, no sale campeón, lo tengo que echar y me quedan los jugadores. Entonces, ¿para qué se contrató al técnico? Si yo voy a un club, elijo jugadores yme los traen, no me puedo negar a que el presidente compre a otro jugador. Lo que no me puede exigir es que juegue. La plata es de él. Y otra cosa es que pido a alguien, no me lo traen porque es caro y me traen a otro que cuesta más. Ahí ya estoy pensando que en alguna joda anda...
–¿Por eso surgen problemas como el de Riquelme?
–Así terminó. Si yo soy presidente de un club y mi técnico hace lo que hizo Van Gaal, lo echo al segundo. Si te traen a Riquelme, tenés dos alternativas. O renunciás o lo recibís bien, porque el pibe no tiene ninguna culpa. Yo llegué a Central y me presentaron cincuenta jugadores. Yo no eché a nadie, me la banqué, estuve cuatro meses y cuando terminó el año les dije a vos, a vos, y a vos no los necesito. A Riquelme lo traen y el técnico dice que no lo quiere, que él no lo trajo. Ya lo condicionó de entrada. Lo ponía en un lugar como para demostrar que no le servía, en vez de ayudarlo. Además, a mí eso me da la tranquilidad de que mi decisión la avalo con laburo. Yo lo vi, lo entrené, lo puse y no va. De otra forma, ¿quién soy yo para decirle que no juega? Si tengo huevos, digo que no lo traigan.
–¿El jugador queda como un oso polar en la ciudad?
–Yo escribí una nota comparando cómo trataron a Ronaldo y a Riquelme. Llegan juntos, a Ronaldo lo traen, lo protegen, lo preparan, sabe de qué juega, con quién va a jugar, le piden que haga lo que hizo toda la vida, lo ponen. Riquelme llega con su valija y el técnico dice yo no sé de qué juega. No es lo mismo. Ahí vos te das cuenta las dos organizaciones. Y en eso tiene que ver también Valdano. Además, sabés lo difícil que se le hace a un tipo que llega desde la Argentina a un vestuario en el que cada uno hace lo que se le canta los huevos, y sabiendo que el técnico dijo que a ése no lo quiere. No te respeta nadie. Más en una posición como la de Riquelme. A mí se me complicó con Maradona y eso que lo querían todos. Por razones futbolísticas, un día tuve que hacer una charla sin Maradona. Les dije a todos: “Vamos a empezar de nuevo. ¿Así vamos a jugar con Maradona? ¿Vamos a esperar que esté solo para darle la pelota? Nunca va a estar solo. En esta zona de la cancha, todas las pelotas a Diego”. Si a Diego se le hizo difícil, que contaba con mi aval, imaginen lo de Riquelme, que necesita que la pelota pase todo el tiempo por sus pies. Agarra la pelota Xavi, lo mira y pasa la pelota al otro lado. Va para allá y tocan para el otro lado. Se la daban cuando ya no hay más nada. El tiene que manejar todo y hacer lo que hacía en Boca.
–Central finalmente se salvó del descenso. ¿Se siente en parte responsable?
–No. Me siento feliz, muy feliz. No se me puede pasar por la cabeza que Central se fuera del campeonato argentino, es un disparate. Pero es la consecuencia de lo que ha vivido desde la conducción. Es como cuando se fue al descenso Racing, no lo puedo entender. Lo de Huracán fue la crónica de una muerte anunciada, pero lo peor de todo es que el equipo desciende y en el club no queda nada, ni el césped de la cancha. Sube Rafaela a Primera y no está Huracán, la verdad me cuesta creerlo. ¿Cómo ellos pueden armar un equipo competitivo, y Huracán no puede hacerlo?
–¿Por qué Central se cayó tanto con usted en la segunda parte del torneo Apertura pasado?
–Los goles que errábamos eran increíbles. Antes Figueroa llegaba diez veces y no metía ninguna, y este año entraron todas. Con ese equipo jugamos increíblemente bien.
–¿Le gustó cómo jugó Central el último torneo?
–La verdad es que no lo vi. Sólo algún partido por televisión, pero por televisión no se puede ver todo.