EL EQUIPO DE ARRUABARRENA FESTEJó EN EL TORNEO LOCAL Y EN LA COPA ARGENTINA
› Por Facundo Martínez
Si se logra dejar a un costado lo hecho por River esta temporada, con la obtención de la Copa Libertadores, luego la Recopa Sudamericana, la Suruga Bank e incluso la finalísima malograda frente a Barcelona en Japón, bien puede ser el que termina un buen año también para Boca. Es que el equipo de Rodolfo Arruabarrena, tras su aberrante salida de la Libertadores con gas pimienta incluido y la pésima imagen que daban sus jugadores formados para continuar un partido que de ninguna manera debía seguir, logró sobreponerse a todo en el terreno local para terminar la temporada con dos títulos en el bolso: el torneo de Primera División y la revaluada Copa Argentina, un torneo que los clubes comienzan a valorar.
Tuvieron que pasar casi cuatro años –tres años y 10 meses para ser precisos– para que Boca volviera a gritar campeón en un torneo local, luego de aquel título obtenido bajo el mando de Julio César Falcioni en el Apertura 2011. La espera valió la pena, ya que le permitió a Boca coronarse en el primer torneo largo después de mucho tiempo, y hacerlo incluso con anticipación. Largo fue también el camino que debió recorrer el equipo del Vasco, que tuvo en Jonathan Calleri a su goleador (10 tantos) y a uno de sus jugadores más constantes (25 presencias) junto con el catamarqueño Daniel Díaz (27).
Para destacar quedaron las dos victorias frente a River, primero en la Bombonera –victoria 2-0, luego opacada por la eliminación en octavos de final de la Copa Libertadores frente al mismo rival–; y cuatro meses más tarde el 10 en el Monumental, en el que el equipo se recuperó de una dolorosa derrota en la Bombonera frente a San Lorenzo, rival directo en la lucha por el campeonato doméstico. Boca venía de un triunfo clave ante Gimnasia en La Plata, pero un error del chico Bentancur le dejó servido el gol a Matos que enmudeció a los hinchas xeneizes.
Luego llegó otro partido por demás caliente, frente a Argentinos en La Paternal. En el que Carlos Tevez, fractura de tibia y peroné al chico Ham incluida, se erigió como figura con dos goles, a lo que se sumó, tras el descuento del Bicho, un tercero de Calleri para liquidarlo.
La llegada de Tevez fue una de las claves de la levantada del equipo de Arrubarrena que, golpeado por la eliminación en la Libertadores –la segunda al hilo tras la eliminación en la Sudamericana 2014, también frente a River– comenzaba a derrapar en el ámbito local con las caídas en forma consecutiva ante Aldosivi (0-3) y Vélez (0-2). Carlitos se sumó a mediados de julio para calzarse, tras once años en el fútbol extranjero, la camiseta número 10 y cargarse toda la responsabilidad del equipo sobre sus espaldas.
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