Cualquier hincha de San Lorenzo hubiera deseado que cuando se terminaba todo alguien dijera: “Mirá esa cámara, fue una jodita para Marcelo”. Pero había sido todo en serio: la fiesta, el baile, los siete goles, la marca que quedará eterna.
Por Ariel Greco
FúTBOL › RIVER LE PUSO FINAL A UNA SEMANA DE NERVIOS CON UNA VICTORIA SOBRE ARGENTINOS