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Por G.V.

Mauricio Macri, en el tramo final de su campaña electoral y un tanto incómodo por los incidentes del domingo 31, repitió ante cualquier micrófono o cámara de televisión que “desde que estoy en Boca, hace ocho años, nunca había pasado algo así”. El candidato no tiene buena memoria. Por empezar, el 16 de abril de 1998 le enviaba una nota al juez civil Víctor Perrotta informándole que “desconocía la existencia de barrabravas entre los simpatizantes de nuestra institución”. El 3 de marzo de 1999, casi un año después, los hermanos Rafael y Fernando Di Zeo, dos de los líderes de la Doce y socios del club, agredían de manera premeditada y con alevosía a hinchas de Chacarita que habían ido a la Bombonera a ver un partido amistoso contra el equipo de Carlos Bianchi.
Ese fue el más grave pero no el único episodio registrado en el mítico estadio desde que el ingeniero accedió a la presidencia de Boca, el 13 de diciembre del ‘95. El 13 de julio de 1997, el micro del plantel de Racing fue atacado en el playón de estacionamiento. El 19 de octubre del mismo año, un hincha cayó desde la bandeja media que da a la tribuna de Casa Amarilla, cuando la policía intentaba detener a barrabravas durante un partido con Colón. Tiempo después, el juez Juan Esteban Cicciaro tuvo que investigar cómo la Doce accedía libremente a la Bombonera por la denominada puerta 14. Y hasta la AFA sancionó dos veces a Boca por esa razón el 22 de octubre de 1996 y el 14 de marzo de 1997, porque los muchachos entraron en tropel en partidos disputados contra Newell’s y Estudiantes. Ni que hablar del apriete al plantel en los vestuarios de Casa Amarilla años más tarde o de viajes financiados por el club a otros países, como uno al Paraguay que se encuentra acreditado en sede judicial.