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Brilla por su ausencia
Por Juan Jose Panno
Los maestros del periodismo enseñan que en la nota de un velorio o de una fiesta puede llegar a ser más noticia consignar quiénes faltaron antes de quiénes fueron. La sabiduría popular lo simplificó en términos de frase hecha: “Fulano brilla por su ausencia”, suele decirse. Es el caso de Sebastián Battaglia en relación con el campeonato que está a punto de comenzar. El ex volante de Boca, ahora en el Villarreal de España, deja un hueco enorme que lamentará el fútbol todo y Carlos Bianchi en particular. El entrenador ya había expresado abiertamente su disconformidad cuando se enteró de las tratativas que llevaban adelante los dirigentes del club para concretar la operación. Bianchi insinuó que le parecía un regalo la venta del 50 por ciento del pase del jugador en 2 millones y medio de dólares, porque se daba cuenta de que ni siquiera con ese total de dinero (del que por supuesto no iba a disponer) podría encontrar un reemplazante que resultara tan útil para el funcionamiento del equipo.
Con Battaglia –que jugaba normalmente sobre la franja derecha, casi en una misma línea que Cascini y Cagna, pero que podía desdoblarse para funciones defensivas u ofensivas– Boca ganó siempre en equilibrio. Metido entre los centrales en caso de apuro o mezclado con los de arriba en fugaces y oportunas apariciones en ataque, Battaglia resultó en los últimos tiempos una pieza esencial de la maquinita armada por Bianchi.
Buen manejo, noción de tiempo y distancia, excelente cabeza, mucha dinámica e inclaudicable voluntad para pelear cada pelota, aun las que parecen perdidas, son atributos que no suelen concentrarse en un solo jugador. En el balance de la producción de Battaglia en los últimos tiempos hay que agregar la concreción de goles decisivos: a Gimnasia, en el último del partido en La Plata de la primera fecha del campeonato anterior; a Banfield cerrando un emocionante encuentro de ida y vuelta que terminó 3 a 3 y a River en el Monumental en un 2 a 0 que completó Iarley. Nadie de Boca olvida tampoco la doble pared que armó con Tevez en la segunda final de la Copa Libertadores frente al Santos, en Brasil.
Bianchi está buscándole un reemplazante, pero hasta ahora sin éxito. La primera opción es el colombiano Vargas, que tiene buen manejo, pero en la pretemporada se mostró lento y lagunero; la segunda, Villarreal, que es voluntarioso, pero pesa poco. Si por ahí no va la cosa, el entrenador apuntará a hacer crecer a algún chico de las inferiores (Ledesma, por ejemplo) o ensayará algunas variantes tácticas para tratar de compensar la ausencia. No le va a resultar fácil.
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