AUTOMOVILISMO Y MOTORES › OPINION
› Por Pablo Vignone
“Como dirigentes no podemos soslayar el tema –aceptó el presidente de la Asociación Corredores Turismo de Carretera, Oscar Aventín–. Si la del acompañante es una tradición del TC, también lo era la ruta. Y no podemos ser tan necios como para negar que se corre el doble de riesgo con dos individuos arriba de un auto de carrera. Vamos a hacer una consulta entre todos los pilotos, que voten en forma secreta, para saber si quieren seguir corriendo con acompañantes o no.”
El párrafo que antecede no se originó ayer en Rafaela: pertenece a una nota publicada por este diario el 10 de septiembre de 2004, dos años atrás. En ese momento, un terrible accidente puso en peligro la vida de Walter Jakowzuk, quien era el acompañante del piloto Emanuel Moriatis y que nunca más volvió a correr.
Como concepto, el del dirigente podría aplicarse perfectamente en esta circunstancia: ¿quién podría oponerse? Pero pasaron dos años, casi 30 carreras. Es una lástima –por lo menos– que esa consulta no se haya hecho y, si se hizo, que no se conocieran los resultados.
No es Aventín el responsable, eso es obvio: aquel accidente promovió la construcción de defensas laterales que, en otros casos, salvaron vidas. El sábado 1º de julio, el piloto Hernán Masquere perdió la suya a bordo de un coche de la categoría Turismo 4000 Argentino, de alcance nacional, en un accidente similar; su Chevrolet no tenía esas defensas laterales que, ahora, son obligatorias en esos coches.
En la seguridad del automovilismo, parece, nada de lo que se haga es suficiente. Dijo ayer Aventín: “Esto es como la seguridad de los aviones. Cuando un avión se cae, no hay un cinturón, ni butaca, ni nada que pueda salvarte de un impacto de esa magnitud”. Es cierto. Dos años atrás, el dirigente había señalado en la nota citada que “sin el acompañante a bordo podríamos estudiar correr la butaca del piloto unos 20 centímetros más hacia adentro, para reforzar la seguridad lateral”. ¿Se probará esta vez?
No hay que alentar esperanzas excesivas. Se sabe claramente qué sucederá ahora: nada. Se hablará del tema, los pilotos lo discutirán, se harán mesas de debate y finalmente otras cuestiones más o menos urgentes disimularán la importancia de ésta. No es caprichoso: ya ocurrió dos años atrás y volverá a acontecer. Pero no por desidia, ni cálculo económico; no porque el alma del TC sea desangelada sino porque se ha creído hasta el hartazgo, al punto de transformarlo casi en ley natural, eso de que el espectáculo debe continuar, como lo exigían a los gritos y con violencia los desubicados que trataron a los pilotos de “cagones”.
(Versión para móviles / versión de escritorio)
© 2000-2022 www.pagina12.com.ar | República Argentina
Versión para móviles / versión de escritorio | RSS
Política de privacidad | Todos los Derechos Reservados
Sitio desarrollado con software libre GNU/Linux