Lunes, 2 de octubre de 2006 | Hoy
FúTBOL › ¿QUE PITO TOCA EL DT?
Por Ariel Greco
Cruzó la cancha con satisfacción, pero no lo demostró. Agachó la cabeza, casi no miró a una tribuna que se mostraba eufórica y apenas saludó a un colaborador que lo esperaba en la boca del túnel. Así, Ricardo La Volpe terminó un domingo que pintaba para ser traumático, con los primeros cuestionamientos, pero que finalizó con su primera gran alegría como entrenador de Boca. “Esta era una prueba de fuego para mí porque no había ganado en la cancha de Boca. Por eso, cuando fui para los vestuarios al terminar el primer tiempo, puse la cara para que me insultaran”, indicó La Volpe tras la gran victoria ante Vélez.
Todo arrancó con mucho misterio. Apenas un rato antes de comenzar el partido confirmó la presencia de Nicolás Bertolo como volante derecho, dejando a Ledesma y a Gago como mediocampistas centrales. Incluso, para tomar esta decisión, charló con el propio Gago para explicarle la necesidad de que se adapte a esa posición, pensando en un futuro europeo. Ya en la cancha, sin la corbata roja del debut, se ubicó en la punta del banco y, muy pronto, dejó de lado el saco azul. Estaba claro que los problemas para manejar la pelota en el medio y el predominio de Vélez en ese sector le molestaban. Sin embargo, el fastidio recién lo puso de manifiesto cuando sus jugadores tiraron mal el achique –Palermo habilitó a todos– ante el centro de Moreno y Fabianesi y Zárate convirtió el segundo gol visitante. A esa altura, su equipo lucía acelerado y sin orden. Tanto que, camino al vestuario, recibió los primeros cuestionamientos de los plateístas.
Con el 0-2 y la expulsión de Krupoviesa, La Volpe movió rápido las fichas. Lejos de un cambio para la tribuna, ordenó el ingreso de Maidana, un defensor central, rearmó la línea de cuatro con Morel como lateral izquierdo y dejó la mitad de la cancha de la era Basile, aunque sin enganche. “Cuando llegué al vestidor les dije a los jugadores que ellos ya habían demostrado que eran ganadores. Entonces les pedí que ahora me lo dejaran demostrar a mí”, fue la explicación que brindó el técnico sobre el cambio anímico que mostró Boca en la segunda mitad. El otro cambio de posición fue suyo: sin el saco, que se quedó en el vestuario, el segundo tiempo lo vio desde el otro lado del banco, más cerca de la mitad de la cancha.
Igualmente, un rato antes había quedado expuesta la poca paciencia que le va a tener (le tiene) el público de Boca. No bien saltó a la cancha Franzoia en lugar de Calvo, la Bombonera rugió: “Poné a Guillermo, la p... que te parió...”. Con el cambio, la defensa se rearmó con tres zagueros, mientras que el juvenil se paró cerca de los delanteros, recostado sobre la derecha. De inmediato, un mano a mano que Palacio no pudo aprovechar ante Se-
ssa desactivó rápido el insulto, que se transformó en cantos de aliento. Pero la muestra de la intolerancia ya había quedado expuesta.
Claro que allí el ex entrenador de México volvió a mostrar su personalidad al desoír los gritos de la gente. Con Vélez ya con diez jugadores también por la roja de Cubero, La Volpe dejó sin entrar al Mellizo y colocó a Dátolo por Cardozo, en una modificación que sólo significó un cambio de nombres. Luego llegó el primer gol en la carrera de Gago y el doblete de Palacio para revertir el panorama. Y, sobre todo, para permitirle a La Volpe pasar su primera prueba de fuego, justo antes de la segunda: el próximo domingo ante River. “Este triunfo representa una gran inyección anímica de cara al superclásico ante River del próximo domingo, pero el aspecto numérico se verá cuando esté todo definido”, señaló el técnico. Habrá que ver cómo reacciona el hincha de Boca tras el superclásico.
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