Está claro que Boca y Riquelme se necesitan. Es algo mutuo. El equipo de Russo, porque sin su conductor demostró que no tiene identidad y no sabe a qué juega. Y el diez, porque Boca es la llave para no quedarse dos años parado. Ayer, Pedro Pompilio, el vicepresidente a cargo de la presidencia, desmintió la versión que indicaba que el acuerdo entre Boca y el Villarreal para prorrogar el préstamo ya estaba sellado. Sin embargo, la sensación es que los destinos de Boca y de Riquelme seguirán unidos, para bien de ambos.

“Pónganle la firma que Riquelme va a jugar en Boca”, aseguró Juan Carlos Crespi, un dirigente de mucha llegada al plantel y que todavía no definió si acompañará al oficialismo o si formalizará su candidatura a presidente por alguno de los sectores de la oposición. “En menos de diez días se va a comunicar oficialmente la continuidad de Román”, señaló el dirigente. De acuerdo con lo que trascendió, ese plazo tiene que ver con la última jugada del Villarreal, que todavía mantiene la esperanza de poder vender a Riquelme antes del 25 de agosto, cuando cierra el libro de pases en España. Pero si no hay una oferta concreta en las próximas dos semanas, estaría dispuesto a aceptar un nuevo préstamo en Boca, en una cifra cercana a los 2 millones de dólares, como los que pagó el club argentino en el primer semestre. Todo se habría arreglado en una reunión que emisarios de Boca tuvieron en París con las autoridades del conjunto español, teniendo en cuenta la buena relación entre Mauricio Macri y el presidente del Villarreal, Fernando Roig.

A partir de esa versión, Pompilio salió a bajarle intensidad al rumor. “No hay nada. Si esa reunión que dicen se realizó en París hubiera existido y se habría llegado a un acuerdo, sería música para nuestros oídos”, señaló el dirigente, que aseguró que Riquelme viajará dentro de diez días a España para sumarse al Villarreal, y recién después de ahí saber cómo continuará la historia. “Nosotros nos ofrecemos como siempre a hacer un puente para que Riquelme siga en Boca, pero no depende de nosotros sino del Villarreal, que tiene la decisión final”, señaló Pompilio, que dijo que no quería adelantar más información para no comprometer al jugador.

Pero mientras se define el futuro de Riquelme fuera de la cancha, en el terreno de juego Boca padeció su ausencia. Apenas una bandera con el Topo Gigio en los palcos lo hizo estar presente. Sin su liderazgo, el equipo de Russo careció de un conductor y tampoco tuvo un creador de fútbol para asistir a sus delanteros. Hasta lo extrañó en las pelotas detenidas: un tiro libre desde la misma posición que le convirtió el gol a Gremio en la final de la Libertadores terminó en los pies de Papa, luego de un tiro forzado de Ibarra tras un toque entre Morel y Cardozo; los corners de Neri apenas si llegaron al primer poste, mientras que los de Ledesma volaron irremediablemente largos. Tanto que los últimos tiros libres los terminó ejecutando el juvenil Urribarri. Por eso, todo indica que el destino de Boca y Riquelme seguirá estando unido. Para bien de ambos.