Lun 31.03.2008
libero

FúTBOL › EL EQUIPO DE ALFARO SE PLANTA SIEMPRE IGUAL, AUNQUE CON MENOS SOLIDEZ

Arsenal no cambia, pero no es el mismo

› Por Daniel Guiñazú

Gustavo Alfaro sigue aferrado a su idea del fútbol. Y no la cambia siquiera cuando los vientos le soplan en contra. El 0-6 que recogió ante Fluminense en Río de Janeiro y el 1-6 que le estampó la Liga Deportiva Universitaria en Quito hicieron suponer variantes de hombres y de esquemas. Algunos hasta imaginaron que el peso desmesurado de las goleadas terminaría llevándoselo puesto al propio Alfaro. Pero el técnico se mantiene en su cargo. Y también se mantiene fiel a sí mismo. Continúa poniendo el acento en el orden de los movimientos colectivos. Ayer, a pesar de semejantes mazazos y al menos en el arranque del partido ante River, renovó su preferencia por el 4-4-1-1 que tanto le resultó en sus mejores momentos del último semestre de 2007.

El problema, en todo caso, reside en que el equipo ha perdido aquella solidez y concentración que lo hacían inconmovible de la mitad de cancha hacia atrás. Y generación de juego del medio en adelante. Además, el nivel de algunos jugadores es sorprendentemente bajo. Y a consecuencia de tamañas derrotas, la confianza en sí mismos y en las ideas del entrenador están en franco declive. La defensa ofrece brechas que antes no ofrecía. No está San Martín para dejar la vida en la recuperación en el medio y Casteglione siente que está en inferioridad de condiciones.

Alejandro Papu Gómez está muy lejos de aquel media punta movedizo, hábil y con llegada que supo ser. El juego ya no fluye por los costados como antes lo hacía con Carrera, Garnier, Yacuzzi o Andrizzi. Y como la pelota no le llega tan redonda ni tan seguido, Calderón se debate en luchas individuales que, por lo general, termina perdiendo.

Recién cuando tuvo el marcador en contra, Alfaro se atrevió a cambiar de idea. De vuelta para el segundo tiempo, sacó a Garnier, lo puso a Leguizamón, mandó al Papu Gómez a jugar de enganche y plantó un 4-3-1-2 inusual que, sin embargo, no le aportó el fútbol que le estaba faltando.

Arsenal nunca dependió del pelotazo frontal o cruzado para fabricar sus situaciones. Y ayer, sobre todo en el final del partido, le llenó el área de bochazos a River. La elección no estuvo mal. Por ese camino estuvo al filo de conseguir el empate que, en verdad, mereció. Pero es una señal de que Arsenal no es el mismo de tres meses atrás. Y no sólo en los resultados.

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