FúTBOL › DIEGO BUONANOTTE DEJó DE SER UNA GIGANTOGRAFíA PARA SER UNA REALIDAD
Marcó más goles que cualquiera de sus compañeros y casi todos decisivos, en el tramo más caliente del torneo. Buena pegada, gambeta, coraje y capacidad definen al pibe de 20 años que acaba de ganar su primer título como futbolista profesional.
› Por Juan José Panno
Antes de que Daniel Passarella lo hiciera debutar en la Primera de River, hace un par de años Adidas había lanzado una campaña publicitaria con gigantografías de varias figuras entre las que estaba incluida la suya. “Buonanotte + 10” decía el texto. La gigantografía del enano (vaya paradoja) podía entenderse como anuncio de anticipación o más bien como las urgencias comerciales por encontrar imágenes marketineras. “No apuren a ese pibe, déjenlo crecer”, se pidió por entonces desde estas páginas. No lo apuraron. Lo llevaron de a poco (cuando se lo escucha hacer declaraciones al padre, se sospecha que tuvo mucha y buena contención) y el pibe explotó este año; fue el goleador y la figura más importante del campeón.
Antes del partido que River jugó contra Lanús se seguía dudando acerca de sus posibilidades físicas. Se preguntaban muchos si podía aguantar 90 minutos con ese fisiquito y si podía bancarse la marca de defensores grandotes, mientras se le cuestionaba que andaba demasiado por el suelo. El día de Lanús jugó un partidazo, se cansó de meter pases de gol y finalmente resolvió todo con un gol fantástico: amague entre dos defensores y remate cruzado contra un palo. Esa tarde se consolidó como titular y, semana a semana, fue la figura del equipo o al menos estuvo entre los de mejor puntaje.
Los números marcan que convirtió 9 goles: dos a Argentinos, dos a Olimpo, y uno a San Martín de San Juan, Lanús, Central, Gimnasia y Huracán. Lo mejor de lo suyo estuvo entre la 11ª y la 18ª fecha: siete de los 9 goles. Apareció cuando más se lo necesitaba e hizo goles vitales. Las frutillas del postre fueron sus dos conquistas de ayer.
(1) Tiro libre desde la izquierda cerca del vértice del área. Parados frente a la pelota Abelairas y Ortega. Del otro lado, haciéndose el gil, Buonanotte. Toca Abelairas, frena la pelota Ortega y Abelairas la cambia para el otro lado. Buonanotte le da como viene, de zurda y la pelota baja, cruzada, imposible se mete contra el palo derecho de Ramírez.
(2) Ortega se pone las pilas y coloca un pase magistral, en cortada para Buonanotte que llega libre, aunque no le queda para la zurdita. No le importa, le da de derecha y manda la pelota mansita contra el segundo palo.
Sus apariciones por la derecha en los goles fueron una excepción y el encuentro con Ortega, también. Jugó todo el partido por la izquierda, bien abierto, tratando de aprovechar la espaldas de Jorge Martínez, un defensor habituado a pasar al ataque. Inquietó cada vez que encaró o cada vez que metió un pelotazo cruzado buscando a Abreu o Falcao.
Decoró su actuación con un par de caños, pero nunca en actitud sobradora. En general, despliega todo su repertorio de gambetas tratando de resultarle útil al equipo y no por afán de lucimiento personal.
En definitiva, Buonanotte tiene muy buena pegada (regular potencia, excelente justeza), no se esconde nunca, inquieta por su sola presencia a sus rivales, es atrevido para tirar la gambeta, es rápido y valiente para aguantarse los patadones de los grandotes. Por todas estas virtudes y por los nueve goles de un equipo que en total marcó 26 fue la gran figura del River campeón.
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