El equilibrio de Vélez contra el tiqui-tiqui de Huracán. La fantasía de Bolatti-Pastore-Defederico ante la solidez del bloque defensivo de Liniers. La eficacia goleadora de Hernán Rodrigo López versus la solidaridad para convertir del equipo de Cappa. Durante dos semanas, la final de ayer se planteó desde diferentes ángulos. Y tras –¿noventa?, ¿cien?, ¿ciento veinte?– minutos emocionantes, el triunfo y el título se decantaron para el lado de Vélez, aunque las claves no pasaron por todo lo que se hablaba en la previa.

1 En el duelo de estilos, el partido se planteó más como lo pretendía luchar Vélez que como lo quería jugar Huracán. El nuevo campeón propuso una presión asfixiante en la salida, que le permitió recuperar muchas pelotas en tres cuartos de cancha y le impidió al visitante tener fluidez en el juego. Lo curioso es que, aunque pudo llevar el trámite al terreno que buscaba, el equipo de Gareca no logró ejercer una superioridad notoria. Por el contrario, el duelo fue muy parejo, con chances de gol repartidas y pocas situaciones de desequilibrio. Allí radicó el mérito de Huracán, ya que emparejó una lucha que, a priori, parecía desigual.

2 Las individualidades de cada equipo aparecieron poco, por lo que el que más sufrió fue Huracán. Ni Pastore ni Defederico pudieron entrar mucho en juego ni hacer pesar sus gambetas, presionados por los defensores rivales. Y cuando aparecieron los espacios, no supieron resolver con acierto cada contragolpe. Del triángulo clave, sólo Bolatti estuvo a la altura, aunque más para el quite y la pelea que para la distribución. Del otro lado, si bien López tuvo una mala tarde en la que incluso desperdició el penal, Martínez fue el mejor atacante del partido, encarando y mostrando atrevimiento. Moralez, que también pesó poco, terminó cambiando la imagen al aprovechar el rebote que dejó Monzón y convertir el gol del campeonato.

3 El gol de Moralez llegó en el momento más oportuno para Vélez. En primer lugar, porque apenas restaban siete minutos y el partido empezaba a escaparse. Pero sobre todo porque en ese segmento el dominio lo ejercía Huracán, que comenzaba a aprovechar los espacios que dejaba el fondo de Vélez para manejar la pelota y contragolpear con peligro. La virtud de los de Liniers estuvo en apostar al ataque y quedar mano a mano en defensa, con el riesgo de sufrir un gol que sentenciara el torneo.

4 Las ocasiones de gol estuvieron repartidas. En la primera parte, Vélez tuvo el penal que Monzón le contuvo a López y un cabezazo del uruguayo que le sacaron en la línea. Huracán respondió con un cabezazo de Domínguez que dio en el travesaño y Nieto no pudo empujar bien y una corrida de Defederico que terminó con un zurdazo que pasó cerca del palo. En el segundo, los locales casi lo ganan con una entrada de Martínez que salió cerquita, mientras que los visitantes dispusieron de otra posibilidad de Defederico. Tras el gol, Huracán casi lo empata a los empujones, en tanto que Larrivey tuvo dos mano a mano que Monzón le ganó.

5 La actuación de la terna arbitral terminó siendo determinante, con dos fallos que marcaron el resultado final. En el primer tiempo, el asistente Ricardo Casas le marcó un offside inexistente a Eduardo Domínguez, que convertía el primer gol con un cabezazo. Luego, Brazenas no pitó la falta que Larrivey le cometió a Monzón cuando se arrojó con los dos pies hacia adelante en la maniobra previa al tanto de Moralez. Además, si bien acertó en el penal que le hicieron a Martínez, el árbitro no cobró otro que Arano le cometió a Cubero, con un planchazo que pudo haber sido de expulsión.