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El desenlace del conflicto de intereses no será sencillo. De un lado están seis clubes liderados por Boca y River, que quieren agrandar la brecha con los demás. Los catorce restantes se oponen y aspiran a una distribución más equitativa de los montos del contrato televisivo firmado entre la AFA y el Estado.

La pelea que viene podría definirse el 19 de este mes. Una vez que finalicen las Eliminatorias mundialistas, los veinte clubes de Primera se reunirán para tratar un tema delicado: cómo se repartirán los 415 millones que tienen para distribuir en base al nuevo contrato de televisión firmado con la Jefatura de Gabinete del Gobierno nacional.

En principio, el grupo de los seis clubes que más cobran hasta hoy –Boca, River, Independiente, Racing, San Lorenzo y Vélez– llevarán una posición conjunta en la que pretenden ensanchar la brecha que los separa de los restantes catorce. A esto se oponen, por razones obvias, los demás. Los puntos de vista van desde la intención de Boca y River de pedir casi el 80 por ciento del dinero recaudado, hasta lo que sostienen en el G-14, cuyos integrantes sugerirán en la reunión del 19 mantener el criterio de reparto que regía hasta ahora.

O sea, que 188 millones –los que hubieran tenido que distribuir del viejo y rescindido contrato con TSC– se dividan como venía haciéndose y el resto se distribuya en base a un sistema de evaluación deportiva y económica. Quienes hagan buenas campañas o tengan las tesorerías al día, deberían cobrar más. Quienes hagan las cosas mal, menos.

Pero esto se opone al esquema que propondrá el G-6, que sugerirá repartir los 415 millones en base a nuevos parámetros. Uno fue sugerido a los dirigentes de esos clubes por especialistas en marketing que, para algunos, son palabra santa: consiste en tomar en cuenta el encendido y el rating televisivo de los equipos, donde los grandes tienen más convocatoria que la gran mayoría de los catorce. Así justificarían su propuesta de quedarse con un porcentaje más importante del que percibían hasta ahora.

Julio Grondona, el vitalicio presidente de la AFA, ve con más simpatía la postura de los catorce. No podía ser de otra manera: entre ellos se encuentra su querido Arsenal de Sarandí. Aun así es el único con ascendiente para mediar en este conflicto de intereses.