“¿Por qué me sacás si estamos perdiendo?” Faltaba algo menos de 20 minutos para el final del partido cuando Abel Alves, el entrenador de Boca, sorprendió ordenando la salida del campo de Martín Palermo para permitir el ingreso de Lucas Viatri. Por cuarto partido consecutivo, el delantero se retiraba de la cancha sin haber podido convertir el gol Nº 219 con la camiseta azul y oro, el gol que lo convertirá en el máximo goleador de la historia del club, un tanto por encima del histórico Roberto Eugenio Cherro.

“¿Por qué me sacás si estamos perdiendo?”, le preguntó Palermo a Alves cuando se retiraba del campo de juego y en un evidente gesto de disgusto, pero el entrenador no le respondió y siguió mirando el partido. No sólo Palermo se hacía por entonces esa pregunta. Parecía mucho más probable que Boca pudiera convertir con una jugada aérea buscando el olfato del goleador que de otra manera.

“A Palermo lo saqué porque jugó dos partidos en tres días, no busquemos polémicas donde no las hay, déjense de hinchar, muchachos”, expresó un nervioso Alves cuando se retiraba de la cancha de Huracán. Esa fue la segunda pregunta que respondió, ya que en la primera se había referido a la goleada. “Hubo un Boca en el primer tiempo (cuando ganaba 1 a 0) y otro en el segundo. Nos equivocamos mucho y en tres minutos se derrumbó todo”, explicó el técnico, lejos del estado de euforia que había mostrado el viernes, un día después de la victoria en el superclásico, cuando había vuelto a subrayar que sólo dejará su cargo de entrenador “con los pies para adelante”. La dulzura de aquel momento se evaporó, aplastada por los cuatro goles de Chacarita en 45 minutos. “Hasta que nos aguantó el aire hicimos un partido, después el cansancio nos mató”, afirmó. Ni Palermo ni ninguno de sus compañeros formularon declaraciones.