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Lunes, 4 de octubre de 2010

FúTBOL › MARCAN GOLES A SUS EX CLUBES, PIDEN DISCULPAS POR HACERLO

La mala onda de los festejos culposos

Gastón Fernández la pisó con la derecha y remató con izquierda. Escuchó de inmediato la explosión de la hinchada de Estudiantes, detrás del arco que defendía Albil, pero salió al trotecito, sin levantar los brazos, con esa mezcla de satisfacción y vergüenza que sienten quienes señalan los cada vez más habituales goles de festejo culposo. El de la Gata fue, en la fecha, el cuarto de esas características, después del que le marcó Jairo Castillo a Independiente, y los de Gonzalo Vargas y Franco Niell a Gimnasia.

Enzo Pérez le aplaudió la nuca a la carrera, pero Fernández no apuró el tranco. Jugó como titular después de comprobada la fractura de clavícula de Leandro González, el delantero que se había ganado la titularidad en el cuadro de Sabella. Los hinchas del equipo de La Plata, en el colmo de la alegría, tuvieron que soportarle (¿perdonarle?) a su goleador ese rapto vergonzoso por haber sometido a su antiguo club.

Fernández volvió al círculo central levantando las dos manos juntas, en silencioso pedido de disculpa. Una situación ridícula que se repite a menudo. Como si los futbolistas sintieran culpa de ir para adelante, hacer lo que mejor saben ante un antiguo empleador. El delantero jugó un año en San Lorenzo, salió campeón con el club en el Clausura 2007 y con nueve goles fue el goleador de aquel torneo; ¿qué más podrían pedirle los hinchas santos? ¿Qué no les marcase a su equipo? ¿A quién debe lealtad un futbolista profesional?

“Lo puse porque lo vi bien en la semana”, reconoció Sabella tras la victoria. Seguramente Fernández se debía más a la confianza del entrenador que al prejuicio de los fanáticos locales. Eso es el profesionalismo bien entendido. Pero los jugadores eligen quedar bien con todos, especialmente en épocas en que los equipos se arman y se desarman con proverbial velocidad. La actitud demagógica tuvo efecto más o menos inmediato: cuando fue reemplazado por Núñez, Fernández salió del campo aplaudido por las dos hinchadas.

En el último momento del partido, cuando San Lorenzo bombeaba centros como artilugio desesperado, Romagnoli pateó un envío largo y Agustín Orion, arquero de Estudiantes que jugó 125 partidos con la camiseta de San Lorenzo, saltó y contuvo con seguridad. No pidió disculpas por haber evitado el empate. Su relación con la hinchada del club del Bajo Flores no es idílica, ni mucho menos. Pero hizo la lógica. Es que las lealtades repartidas nunca generan confianza.

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Romagnoli y Leandro Benítez.
Imagen: Julio Martin Mancini
 
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