Es flaquito, la camiseta le queda un poco grande como a Rojitas cuando debutó en el ’63 y, como Rojitas, sabe quebrar la cintura para desparramar rivales. Así lo hizo en el gol (“Yo soñé que hacía este gol, sabía que iba a convertirlo. Por eso es el día más lindo de mi vida”) y en otras jugadas en las que intervino. No es un clásico delantero (es más bien enganche), pero tiene gol. Cuentan que el día que debutó en la novena hizo cuatro. Fue el goleador de Argentina en el último Mundial Sub-17, hizo el gol del 1-0 de Boca contra River en reserva (también dirigido por Pompei) y en la misma división metió los dos goles del 2-0 de su equipo, cuando la Primera perdió con Argentinos. Tiene 18 años (nació el 28 de febrero de 1992), uno más que los que tenía cuando Alfio Basile lo hizo debutar en primera el 13 de diciembre del año pasado, en un 2-0 ante Banfield. Le decían “Chino”, cuando lo llevaron de Atlanta a Parque y de ahí a Boca. “Me hace acordar a mí, a mis comienzos”, dijo Borghi no hace mucho. Se llama Sergio Ezequiel Araujo, maneja las dos piernas, tiene pinta y pasta de crack. Se verá.