FúTBOL › LOS DELANTEROS CUMPLIERON UN PAPEL DECISIVO EN LA CONSAGRACIóN URUGUAYA
Un trabajo serio y buenas figuras individuales le permitieron al equipo que dirige el Maestro Tabárez quedarse una vez más con la Copa América. Las selecciones uruguayas ganaron el torneo más veces que ninguna otra.
› Por Adrián De Benedictis
América tiene un nuevo campeón. Uruguay volvió a consagrarse luego de 16 años, y su estructura futbolística es ahora un modelo a imitar en este continente. El seleccionado celeste superó claramente a Paraguay en el partido decisivo y confirmó que el cuarto puesto obtenido el año pasado en Sudáfrica no fue producto del azar, sino de una tarea organizada y desarrollada con mucha precisión. A partir de ahí, al éxito se puede arribar con herramientas mucho más sólidas.
Pero para acercarse a lo más alto también hay que poseer las capacidades necesarias, y este equipo diseñado por Oscar Tabárez cuenta con dos hombres fundamentales. Los delanteros Luis Suárez y Diego Forlán se convirtieron en los protagonistas esenciales, y precisamente ayer fueron los encargados de convertir los tres goles en el estadio de River.
Forlán pudo romper la racha negativa en el certamen y se despidió con dos gritos. En el primero, el jugador del Atlético Madrid recibió la pelota llegando al área por la izquierda y definió de zurda, cruzado, para dejar sin reacción a Villar. En el otro, a un minuto del final del partido, Forlán finalizó un contraataque con un toque suave, después de una gran combinación entre Cavani y Suárez. Pero el ex Independiente no sólo es goleador; también significa mucho para este plantel por su entrega, su profesionalismo y sobre todo por lo que representa su figura para los más jóvenes.
El delantero fue nombrado en el Mundial de Sudáfrica como el hombre más destacado de ese torneo, en donde brillaron estrellas como los españoles Xavi, Iniesta y Villa, entre otras, y donde también Lionel Messi era uno de los que arribaba a esa cita para quedarse con ese premio, aunque su desempeño no fue el esperado. Por esos argumentos, Forlán está considerado uno de los emblemas del fútbol uruguayo. Y cuando más se lo necesitó, en la final ante Paraguay, el jugador apareció en toda su dimensión.
Suárez, por su parte, también demostró ayer sus aptitudes para ubicarse en el sitio de los privilegiados. El jugador del Liverpool inglés venía de marcar dos goles en la semifinal ante Perú, y ayer despejó el camino a los 11 minutos con una gran definición: controló la pelota dentro del área con el pie derecho, enganchó hacia adentro para dejar sin chance a su marcador y convirtió con un tiro de zurda, que dio en un defensor y en la base del palo antes de llegar a la red.
Este goleador también es utilizado como espejo para el resto de los jugadores uruguayos, exhibiendo un espíritu de lucha incansable ante defensores de mayor porte físico. A eso le agrega su habilidad para dominar la pelota en velocidad, algo que no muchos pueden conseguir. Precisamente, en el partido ante Argentina, por los cuartos de final, Suárez fue un problema de difícil solución para los defensores locales y él solo provocó peligro en el área rival, aun cuando Uruguay jugaba con un hombre menos.
Entre los restantes jugadores orientales, siempre detrás de los dos delanteros, hay alguien que luce la cinta de capitán con hidalguía y compromiso. Diego Lugano, el primer marcador central, es la síntesis del biotipo uruguayo. Como los viejos caudillos de su país, con auténtica ascendencia y voz de mando. Los tres, desde la época de juveniles, comenzaron a percibir lo que se puede lograr con una disposición seria. Y Uruguay llegó así a lo más alto de América por 15ª vez, con la intención de permanecer por tiempo indeterminado.
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