Con cabeza y sin ella
Resulta curioso que los cuatro goles hayan sido convertidos de cabeza. Y que haya sido, en general, el poco uso de la cabeza en términos de inteligencia lo que hizo que ninguno se llevara el triunfo. Primero Rosales le ganó a Ahumada en su campo, enganchó y abrió a Manso, quien fue hasta el fondo y envió un centro para el mismo Rosales: golazo. A los 31, apertura de D’Alessandro a Coudet por la derecha, desborde y centro a la cabeza de Fuertes: 1-1. A los 39, Rosales metió un centro bárbaro desde la derecha a la cabeza de Marino, quien le cambió el palo a Comizzo: otro golazo. Y en el final, D’Alessandro mandó el tiro libre desde la derecha y Ameli le metió el “coco” al empate de emboquillada.
Nota madre
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