Lunes, 24 de septiembre de 2012 | Hoy
FúTBOL › ESTALLIDO EN EL MONUMENTAL
Por Adrián De Benedictis
El delirio por el regreso a Primera División, en junio pasado, parece demasiado lejano. El vértigo por el que transita la vida de River provoca nuevos sacudones emocionales, pero en este caso vinculados directamente con la bronca, el nerviosismo, la impotencia, el fastidio, y... el llanto. Sí, en medio de las lágrimas se fue Luciana, la esposa del técnico del plantel, Matías Almeyda, luego de la derrota ante Racing. La joven no pudo soportar tanta desidia hacia su esposo de parte del público, y en los pasillos de la platea Belgrano mostró sus primeras lágrimas, que continuaron en el vestuario local cuando fue a abrazarse con el ex volante central.
La actuación del equipo apenas mejoró respecto de lo que se había exhibido ante Vélez, una semana atrás en Liniers, pero no le alcanzó y acumuló otra caída que lo ubica en zona de descenso. Por ese motivo, la misma gente que hace dos meses disfrutaba del retorno tan ansiado luego de un año de calvario, ayer volvió a sentir la angustia que causa saber que puede volver a repetirse lo increíble.
River hizo mérito para por lo menos quedarse con un punto ante los de Avellaneda, aunque su fútbol continúa lejos del ideal. De la misma manera que en la B Nacional, el equipo no logra superar futbolísticamente a sus adversarios, y si bien en esa categoría le alcanzaba para ser protagonista, en Primera le resulta mucho más difícil lograrlo.
El local tuvo su primera llegada de riesgo a los 30 minutos, cuando Trezeguet cabeceó un envío de Sánchez y la pelota salió al lado del palo. La siguiente fue en la segunda parte, cuando otra vez Trezeguet remató recto y el tiro también se fue cerca del arco. En el final del partido, Mora cabeceó cruzado y Saja desvió al corner de manera espectacular. Demasiado poco para un equipo que aspira a disputar lo máximo. Con la de ayer, River suma diez presentaciones en su estadio sin poder ganar, en Primera División. La última vez fue en el torneo Clausura del año pasado, ante Banfield, en el mes de abril, con gol de Mariano Pavone.
Por todos esos puntos los simpatizantes explotaron ayer, y si bien no descargaron toda su ira sólo contra el entrenador, el blanco mayor fue el presidente Daniel Passarella. Precisamente, el directivo –estaría en Punta del Este durante el fin de semana largo– le dio su apoyo a Almeyda el miércoles último de una manera particular, dejando en claro que el fútbol es muy cambiante y los resultados adversos podrían modificar los planes. Según allegados al conductor, desde el vestuario le envió un mensaje de texto a Passarella avisándole que tenía fuerza para continuar (ver aparte).
Almeyda se presentará mañana en el entrenamiento para iniciar una nueva semana de trabajo, y se espera que brinde una conferencia de prensa. Mientras tanto, en River nadie está afuera de la mira acusadora.
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