Por diego bonadeo

Aunque el Boca-River de una semana atrás haya sido diferente por excepción, teniendo en cuenta, por otra parte, la ubicación de los dos en la pelea por el Clausura 2003, la chatura y la mediocridad de la generalidad del conjunto, no puede llevar al asombro que Vélez haya perdido contra Olimpo el sábado. Esta vez el resultado puesto para que River recibiera a San Lorenzo y Boca visitara a Huracán connotó favorablemente para quienes jugaron ayer. Lo que una vez más disipa, como falaz, la vieja retahíla, aquella tan remanida de que “ahora todo depende de nosotros”. Ni siquiera esto es independiente...
Y en este extraño y olvidable River-San Lorenzo todo pareció “como que”. De entrada parecía que jugaban al “loco”. Tanto unos como otros. Tres o cuatro se pasaban la pelota y alguno o algunos con otra camiseta, los corrían o esperaban el error o la imprecisión. Y el referí Brazenas dejaba pasar casi todo. Era intentar desde el sufrimiento, desde el esfuerzo.
San Lorenzo tenía más la pelota, pero no se hacía nada al respecto. Pero esa posesión no se daba por recuperación sino por rebotes o desperdicios.
Todo seguía en “parecerse a”, pariente cercano del “como que”. Así, a los 23, en lo que más se pareció a una llegada, Chatruc probó desde fuera del área por arriba del travesaño. Lo menos lejano al juego más lindo del mundo fue algún encuentro esporádico entre Acosta y Chatruc. Cavenaghi, en el final del primer tiempo, puso el 1-0 de otro partido.
Sin cambios para el segundo tiempo –en River, Pereyra ya había reemplazado por lesión a Claudio Husain– aunque, como todo parecía seguir igual, a los ocho y a los trece Luna entró por Zabaleta y Ludueña por Coudet (lesionado también). Por tiro libre de D’Alessandro, Lequi de cabeza aumentó para River.
Allí hubo como un espejito de toqueteo y prolijidad de parte de River. Un ratito, no más. Como para entusiasmar a los muchachos. A los 35, una buena de Cavenaghi para el 3-0 de D’Alessandro y enseguida el 4-0 de Pereyra. Fue goleada. Pero solamente eso.