FúTBOL › EL ARQUERO AGUSTíN ORION PINTABA PARA FIGURA DE LA VISITA
La pelota que se le escapó de las manos tras el cabezazo de Pezzella condicionó el juicio final, en el que los centrales Echeverría y Magallán, el autor del único gol, sacaron algo de ventaja. Meli y Calleri, también aprobados.
› Por Ariel Greco
Pintaba para una de las figuras, pero terminó siendo el villano de la película. Agustín Orion iba encaminado para estar en el podio de los mejores de Boca, con atajadas importantes como un mano a mano ante Funes Mori o un cabezazo de Mora. Y se había mostrado solvente en el juego aéreo. Sin embargo, el error ante el cabezazo previo al gol de Pezzella condicionó su calificación final.
Con el atenuante del estado del campo, no hubo grandes figuras en el clásico. Por eso, los dos centrales de Boca tuvieron una labor sobria, con Echeverría como líder en el juego aéreo, la principal apuesta de River ante el panorama de la cancha, y Magallán, impensado goleador con un gran anticipo ofensivo en el área. Los dos sostuvieron a Boca desde el fondo. Cuestionados por sus rendimientos, ayer estuvieron a la altura de las circunstancias, sin complicarse y resolviendo bien ante Teo Gutiérrez, Mora y luego el pibe Boyé. El ingreso de Pezzella les complicó la labor, con un hombre más para marcar. El ingreso de Claudio Pérez para ayudarlos en esa situación llegó treinta segundos después del empate de River.
Por los costados, Marín y Colazo debieron preocuparse más por cuestiones defensivas que intentar progresar en ataque. Con tanta agua en el campo, varias veces quedaron expuestos, aunque no terminaron cometiendo errores decisivos. En la segunda etapa, con el ingreso de Insúa, Colazo pasó a la mitad de la cancha, sin pesar demasiado en el desarrollo. Por el contrario, el lateral no entendió las condiciones del campo y arriesgó demasiado en situaciones no recomendables. Más de una vez terminó generando chances de peligro por no resolver de manera conveniente.
En la mitad del campo, Boca se hizo fuerte con desventaja númerica. Allí fue fundamental el aporte de Meli, que mostró sacrificio para compensar el medio y exhibió criterio para jugar, sin complicarse y dándole aire a su equipo cuando River apretaba. Con esos argumentos se consolidó para ser uno de los mejores de su equipo y de la cancha. Erbes, con funciones más defensivas, también entregó su sacrificio, siempre atento a los movimientos de Pisculichi.
Para Gago, el partido sólo duró 40 minutos. En un cierre que podría haber sido heroico, primero con la cabeza y luego con el pie, se tuvo que ir del campo por un error de Vigliano, que vio mano del volante y, a partir de eso, lo expulsó. Por el trámite del partido, sus condiciones quedaron opacadas. Algo parecido le pasó a Carrizo, que no pudo imponer su habilidad ni su gambeta. Su mayor aporte fue el centro para el gol de Magallán. Por eso, fue el sacrificado por el entrenador para rearmar la mitad de la cancha con la expulsión de Gago.
Los delanteros aprobaron en su primer superclásico, más por entrega que por juego. Calleri luchó siempre en desventaja numérica, generó muchas faltas y complicó por el costado derecho del ataque. Su déficit pasó porque no tuvo ocasiones de peligro ante Barovero. Agotado, cuando promediaba el segundo tiempo fue reemplazado por el chileno Fuenzalida, que nunca hizo pie en el partido y fue otro de los que no entendió cómo debía jugarse, abusando del traslado improductivo. Tirado a la izquierda, Chávez también generó peligro. En el primer tiempo generó una buena ocasión con un puntazo que salvó Barovero. En la segunda parte y con la salida de Calleri, quedó como único delantero y tuvo la chance de definir el clásico, pero la pelota le quedó para la derecha y el arquero le sacó el gol.
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