LOS JUGADORES SALIERON A CAMINAR CON LA COPA
Por la cintura cósmica del sur
› Por Facundo Martínez
Si faltaba algo para completar la alegría de los hinchas de Boca por la obtención de última edición de la Copa Libertadores, era la vuelta olímpica que los jugadores y el cuerpo técnico brindaron ayer en la Bombonera, durante la fiesta que el club organizó para festejar el pentacampeonato. Tribunas colmadas, mucho color, fuegos artificiales y un recibimiento a puro aplauso para cada uno de los integrantes del plantel. Y, por supuesto, la Copa: el trofeo más importante y más deseado del continente, que ingresó a la cancha en brazos de Diego Cagna, el capitán.
El relator Ari Paluch, confeso hincha boquense que hacía de improvisado anfitrión, fue llamando a los jugadores, quienes a su turno salían del túnel y caminaban hacia el centro de la cancha, donde tras escalar una poco amigable superficie esférica –hubo varios pasos en falsos– se paraban sobre un gran estrella amarilla para devolver a la hinchada los aplausos y agradecimientos. Battaglia fue el primero en salir, lo siguieron Calvo, Jerez, Caneo, Caballero, César González, Pinto, Muñoz, Moreno, Donnet, Crosa, Cángele, Estévez y Schiavi, quien encendió la mecha de las ovaciones más ruidosas.
Después ingresaron Clemente, Burdisso, Abbondanzieri e Ibarra, los otros dos destacados por los hinchas, Cascini, y Tevez –el único sin la vestimenta oficial: pantalón y buzo azul con líneas amarillas–, quien junto al Mellizo Guillermo se llevó el mayor reconocimiento. Por último entraron Delgado y Diego Cagna, este último con la Copa Libertadores que alzó en el centro del escenario como ofreciéndola a los hinchas, que no paraban de cantar y dedicar la conquista a los riverplatense. “Es para vos, es para vos...” y todo eso.
Los integrantes del cuerpo técnico ingresaron juntos y se dirigieron rápido hacia el escenario donde todos aguardaban la llegada del último hombre, el entrenador más ganador de la historia de Boca: Carlos Bianchi. La euforia fue total. Y siguió así durante la vuelta simbólica que dio el plantel alrededor del campo de juego, deteniéndose frente a cada tribuna en señal de agradecimiento. De lo que pasó en las tribunas durante la vuelta, de lo que se dijo y cantaron los hinchas sólo se vio la mímica, la música de Diego Torres (“Color esperanza”) a toda potencia tapó todo. Una lástima, ¿no? Acaso porque lo mejor, lo óptimo, hubiera sido escuchar esa voz gigante, que es la de los más de 40.000 hinchas que dijeron presente.
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