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Domingo, 24 de octubre de 2004

UNA NOVELA QUE VUELVE A INTERROGAR A LOS ‘70.

País con forma de llave

Biografía no autorizada
Susana Silvestre
Alción Editora
Córdoba, 2004
235 páginas

POR PABLO PÉREZ

Se supone que una biografía no autorizada debería contarnos la vida escandalosa e incorrecta de alguien famoso, estrella de cine o de rock, o el lado oscuro de algún político o miembro de la realeza. Sin embargo, en esta novela, nos encontramos con la vida de una desconocida que, si bien no parece cuestionable, resulta ser muy atormentada.
En su primera semana de trabajo en la editorial, el nuevo gerente –nos cuenta él mismo en el prefacio– debe leer una pila de manuscritos que dormían en los estantes de la oficina que le fue asignada, para encontrar algo que valiera la pena publicar: “Con las primeras páginas, algunas del medio y otras del final conseguía desechar buena parte de ellos”, refiere sin pudor. Mientras habla por teléfono con su mujer, encuentra un título que le interesa, Biografía no autorizada, encabezado por una carta al editor. La autora, una tal Silvia María Fernández del Ponte, le propone un proyecto de trabajo que consta de una serie de entrevistas, un diario de viaje y un primer capítulo en el que se cuenta el progresivo proceso de alienación de la biografiada: “Todo eso piensa ella y también piensa que quiere matar a ese hombre y también piensa que no puede matar a un ser humano y también piensa que el gancho en la cabeza le gustaría aplicárselo a sí misma y también piensa que lo que está sucediendo es muy grave”.
Con el recurso de las entrevistas, cada capítulo es un monólogo en el que descubrimos el mundo de los entrevistados a la vez que fragmentos de la historia de vida de la biografiada. Dice por ejemplo: “La amiga de la adolescencia; una vez nos contó que, estando en su casa y mirando las bibliotecas de su padre, tuvo un repentino impulso de incendiarlas al sentir que todos esos libros le impedían vincularse con el pueblo. Nos dijo que finalmente no había quemado la biblioteca porque consideró que sería inútil, el mal inoculado por esos libros lo llevaba en la sangre, en todo caso tendría que inmolarse ella misma”.
Algunos de los protagonistas de esta novela aparecen sosteniendo ideales que, en consonancia con otras luchas de liberación en todo el mundo, consideran verdaderos y el camino hacia un mundo más justo y más equitativo. Y además esa inquietante mujer –cuyo nombre seguimos ignorando– emerge de las aguas insomnes de esta novela y termina encerrada en el manicomio. (Y aviso que, con esto último, no estoy contando el final sino el principio.)
La Argentina cobra, en esta novela, forma de llave. En Biografía no autorizada, su historia reciente es fundamental y casi podría asegurarse que es el núcleo de la biografía. El interés por comprender la coyuntura política de los años ‘70 (que en rigor atraviesa la obra de Susana Silvestre desde su primera novela, Si yo muero primero, hasta su último libro de cuentos, Todos amamos el lenguaje del pueblo), la mueve a investigar y a revelarnos en sus páginas no sólo algunos aspectos ocultos del drama humano de la mujer biografiada sino también el retrato de parte de la generación de los ‘70, contrapuesto a las versiones basadas en la pulsión de muerte, el misticismo y la fascinación por la violencia que se les suele atribuir.

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