Dom 17.04.2005
libros

DE UN PUB DE CAMBRIDGE A LOS DILEMAS DE LA CLONACIóN.

El secreto de la vida

ADN, 50 Años no es nada
Alberto Díaz, Diego Golombek (comp.)
Siglo XXI
280 págs.

› Por Jorge Pinedo

Tres décadas antes de corporizarse en dinosaurios, hitleritos o galanes envasados respectivamente en celuloide, best-seller o culebrones, el científico procedimiento de la clonación sacudió la cultura ante la posibilidad de generar organismos genéticamente modificados. Tamaña posibilidad supo disparar febriles imaginarios, en el mejor de los casos, redundando en productos encuadrables dentro del género fantástico. También alentó paranoias variopintas, moralinas al paso y mistificaciones surtidas. Por otro carril, lejano mas nunca ausente, persistía la ciencia en su rumbo hacia nuevos desafíos, entre los cuales el desciframiento del genoma humano y las terapias génicas no fueron los menores.

Todo comenzó el 28 de febrero de 1953, cuando la puerta del pub Eagle, lindero con la universidad de Cambridge, Inglaterra, fue sacudida con el exultante ingreso de los jóvenes James Watson y Francis Crick anunciando a voz en cuello que habían encontrado “el secreto de la vida”. Catapultados al Nobel, los descubridores de esa doble hélice que representa la estructura del ADN abrieron el campo de avances científicos y tecnológicos después de los cuales nada vuelve a ser lo mismo (confusiones, ignorancias, pavadas y mistificaciones incluidas).

A medio siglo de tan vertiginoso avance, en estas pampas, 22 científicos de primer nivel (médicos, sociólogos, químicos, abogados, biólogos, físicos, matemáticos, economistas e ingenieros) fueron convocados por Alberto Díaz y Diego Golombek (químico y biólogo, respectivamente, también ellos investigadores y académicos) con el refrescante propósito de llamar a las cosas por su nombre, circunscribir el tema, informar sin prejuicios, en fin, brindar los elementos idóneos para que una sociedad evalúe cómo “crear, usar, decidir y controlar esta tecnología”. Son dos decenas de artículos agrupados en cuatro secciones que recorren los conceptos básicos de la biotecnología relativa al ADN, las implicancias en la salud, los aspectos socioantropológicos y el debate ético. Cada tanto desarrollados con lenguaje técnico –sin que sea menester ostentar demasiada erudición a fin de comprenderlos–, siempre articulados, los ensayos que componen ADN 50 años no es nada, desenvuelven las tramas detectivescas del descubrimiento científico, develan los condicionamientos del mercado, explican complejas determinaciones biológicas y avanzan sobre los efectos sociales de los permanentes descubrimientos. Científicos al fin, los autores no guardan ninguna pretensión literaria y transmiten (y al mismo tiempo se cuidan de) su propia jerga. No obstante la magnitud de la temática, la inasibilidad de sus pormenores, no sólo para el lego, motiva un tratamiento que halla su anclaje en la metáfora del lenguaje, de la comunicación, aun en la propia literatura. De tal manera, una cierta poética cobra cuerpo al afirmar, por ejemplo, que “el ADN lleva la representación, la proteína la materializa; información, transcripción, mensajero, traducción, código”. Si no fuera porque el microscopio electrónico muestra su materialidad, bien podría sostenerse que el Golem biotecnológico del siglo XX resulta de un hecho de lenguaje, allí donde “es equivalente a un texto pero formado por palabras significativamente más largas, de miles de caracteres, y que cada uno de éstos ha sido tomado de un menú más reducido, de sólo cuatro opciones”. Cuartetas multisilábicas.

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