NOTA DE TAPA
30 años después (una publicación de la Facultad de Periodismo de la Universidad de La Plata) reúne las clases de Introducción a la literatura dictadas por Aníbal Ford en la Universidad de Buenos Aires, y otros textos suyos de los años ‘70. Radar reproduce fragmentos de la clase teórica correspondiente al 13 de septiembre de 1973 y analiza estos materiales que el tiempo ha convertido en documentos invalorables.
En las clases que voy a dictar plantearemos una problemática cultural que creemos que es necesario conocer, no sólo por razones políticas y culturales, sino también porque sin ella no se pueden interpretar las obras y los procesos literarios en sí. En esta problemática se cruzan diferentes líneas de investigación provenientes de la antropología, del revisionismo histórico, de los análisis referentes a las relaciones entre infraestructura y superestructura y a los procesos ideológicos, de las investigaciones en torno a las líneas realmente nacionales y populares de nuestra cultura, de la historia social y, por supuesto, de nuestro campo específico: la literatura, y sus formas de estudio. Esta convergencia, que se ha ido dando en diversos grupos, no conectados entre sí, surge no de una especulación teórica en el vacío, sino de una búsqueda concreta ante los problemas que hoy nos plantean los procesos culturales en los cuales se halla sumergida la literatura y que, por lo tanto, la explican. Es imposible hoy estudiar la literatura sin plantearse, por ejemplo, los cambios en la forma de producción de la cultura, operados especialmente a partir del desarrollo de los nuevos medios de comunicación.
El programa también ha sufrido modificaciones debido a la particular composición del alumnado inscripto en este curso. La mayoría son estudiantes de Historia del Arte o de Historia. Por lo tanto, hemos limitado el campo específico, referente a la literatura, y hemos aumentado lo referente a la cultura en un nivel que es común con respecto a la primera de las carreras citadas y que se conecta con una importante zona de la segunda: la historia social. Nos referimos concretamente, en este caso, al rol que juegan los procesos culturales en la formación de una conciencia social –de clase, de nación– frente a la tradicional utilización en la historia social de la literatura o de los hechos culturales simplemente como documentos, como “reflejos” de lo que pasa afuera.
Es importante tener en cuenta que esto es parte de una propuesta en elaboración, a partir del análisis de nuestra propia realidad y no de la aplicación de esquemas realizados sobre otras realidades. Producto de una elaboración en común, en gran medida por realizarse aún, no tiene todavía ni su manual ni su librito. Es algo que tendremos que elaborar entre todos y es por eso que yo les pido su colaboración en el plano del análisis, de la discusión y, por supuesto, de la crítica.
Ahora bien, este planteo sobre la cultura, donde convergen todas las líneas que hemos ido mencionando, se ha ido elaborando en una práctica político-cultural realizada afuera y que se sigue y se seguirá realizando afuera. Trasladada ésta a la Facultad, enfrentada con lo que es y ha sido esta carrera, con el análisis concreto de esta nueva situación, pone en evidencia ciertas deficiencias crónicas que es necesario comenzar a cubrir. ¿Cuáles son estas deficiencias? En primer lugar, la falta de elaboración y de instrumentación con respecto al análisis y a la descripción, la interpretación, o incluso a ese problemático campo de la valoración, de las obras y los procesos literarios (digo problemático campo de la valoración porque a esta altura es bastante evidente que no hay valores estéticos absolutos y que los criterios de valor están determinados por una cultura histórica dada). Esta deficiencia se pone en evidencia en el mismo plan de estudios: una sola materia –ésta– para cubrir estos campos.
Por supuesto que estas falencias con respecto a la instrumentación necesaria para profundizar las obras y los procesos literarios en todos los niveles, tanto propios como de relación con el contexto, no provienen sólo de una deficiencia crítica. Esta sacralización y ese respeto hacia la literatura, esa naturalización de la literatura vista como algo que está ahí y que hay que aceptar y respetar, pero no penetrar en sus estructuras profundas, forma parte de una ideología, de un proceso que analizaremos al estudiar las características de la cultura dominante. Esto quedademostrado, en otro plano, por la selección de textos en los diversos programas. Veremos ahí también cómo se ha amputado la literatura, cómo zonas de enorme importancia para el conocimiento de los procesos literarios actuales nunca o casi nunca han sido tratadas. Y que el objeto de estudio, la literatura, no ha sido recorrido científicamente sino ideológicamente. No se ha estudiado la literatura sino una zona de la literatura, aquella que se ha institucionalizado como tal, sobre la base de criterios que nada tienen que ver con la literatura. Es decir, si nos atenemos a un criterio específico, sea cual fuere, porque las definiciones sobre la literatura son muchas –y al decir específico quiero decir un criterio que se base en aquello que hace que una obra escrita sea considerada literatura y no otra cosa–, vemos que muchas obras que, de acuerdo con ese criterio elegido, son literatura, nunca han entrado a esta facultad.
Hemos señalado que para los problemas teóricos, críticos y metodológicos referentes al campo de la literatura sólo se dedicaba una materia: Introducción a la literatura, el record en indigencia teórica de la Universidad de Buenos Aires. Ahora bien, la problemática referente a estos casos es muy compleja. Entonces nos preguntamos: ¿Es conveniente ubicar en una sola materia toda esa problemática sobre la literatura? ¿Es conveniente hacerlo en primer año, cuando todavía no hay una suficiente práctica sobre textos, un enfrentamiento sólido con los problemas que plantea el análisis de la literatura? Evidentemente no. Aquí, como afuera, práctica y teoría deben ir juntas, alimentándose mutuamente. Por eso la solución va a ser varias materias dedicadas al campo de la teoría, de la crítica y de la metodología. Y también a las técnicas de información necesarias para los trabajos que emprendan aquí o cuando se reciban.
En este contexto –el de la inclusión de varias materias dedicadas a estos campos–, Introducción pasa a ser una materia de encuadre no sólo de estas materias sino también de otras zonas tampoco cubiertas tradicionalmente por la carrera y que es necesario conocer. Pero antes de esto, vamos a hacer un rápido corte en lo que se refiere a los problemas relativos a la crítica y la literatura.
Esta incompleta y a la vez incorrecta síntesis tiene como objetivo enfrentarlos con los complejos problemas que hoy se plantean en el análisis de la literatura. Un análisis que, por otra parte, debe ajustarse a las características de un contexto histórico dado. Porque las cosas significan en un contexto y no en la pura abstracción. Un elemento, una estructura, un proceso de transformación x, puede significar, siendo el mismo, cosas bien diferentes en Francia o en la Argentina. El traslado indiscriminado de categorías de análisis o de valoración puede distorsionar el análisis correcto de nuestra propia realidad, porque si las teorías tienen un margen de validez universal, también tienen un margen determinado por el contexto en el cual fueron elaboradas. Para dar un ejemplo bien palpable, aunque en otro plano, podemos señalar que el nacionalismo, entendido a nivel teórico y universal como una ideología burguesa o retrógrada, tiene un significado negativo en los países centrales y tiene un significado de signo totalmente inverso en los países que luchan por su liberación.
En síntesis: todo esto pone, como ya lo dije, en evidencia la complejidad de estos campos, referida al análisis de la literatura. Y pone en evidencia también que su profundización, profundización que lleva a más complejidades, no puede ser realizada sólo en Introducción a la literatura, sino que exige varias materias articuladas con las diversas etapas de la carrera. Tómese en cuenta también que todo esto no se limita a la teoría o la crítica literaria, sino que nos lleva a otras disciplinas. Porque lo cierto es que los aportes más importantes para el estudio de la literatura durante este siglo vinieron de esas especialidades que señalé al indicar las bases de las diferentes corrientes críticas.Pero aquí no acaba todo. Porque la literatura y la crítica forman parte de sistemas más amplios. Es decir, son parte de la cultura. Y es aquí donde aparece una segunda deficiencia en la preparación de los estudiantes de esta carrera: el desconocimiento de los procesos, los sistemas, las contradicciones que se dan en la cultura, entendiendo ésta en el sentido antropológico. Y aquí hay varias cosas que es preciso conocer.
Cuando hablamos de cultura, repito, no nos referimos a ella en el sentido tradicional, a esa manera de concebirla que se pone en evidencia en definiciones como las que trae el Diccionario de la Real Academia, que dice así: “Resultado o efecto de cultivar los conocimientos humanos y de afinarse por medio del ejercicio las facultades del hombre”. Cultivar, afinarse, están indicando toda una concepción de la cultura. Indican la presencia de una definición de la cultura que es la que se da desde la cultura dominante, una definición que margina a otras zonas de la cultura y que incluso descarta lo referente a la producción de la cultura. Nosotros vamos a partir desde otro lado, desde la definición antropológica. Esta, en un primer sentido, define como cultura todo aquello que no es naturaleza: las creencias, las técnicas de trabajo, las costumbres, las formas de pensamientos, la religión, las instituciones, la vida cotidiana, etc.
Vamos a partir de esta definición, para luego ir recortando nuestro campo de trabajo específico, pues no se trata aquí de enfocar globalmente la cultura, la cultura entendida en este sentido, como lo haría un antropólogo, sino de investigar ciertas zonas de ella, pero sin privilegiarlas sobre las otras, tal como se da en las concepciones tradicionales.
Ahora bien, la cultura no es un organismo armónico. Las respuestas que el hombre da a cada una de sus necesidades y que son las que, mediante un proceso de desarrollo, van articulando una cultura, no se dan en un sistema organizado armónicamente. Hay contradicciones, conflictos, invasiones de campo. En nuestro caso particular, en el caso de nuestras sociedades, lo que condiciona en última instancia a las demás respuestas culturales son las respuestas dadas a la necesidad de producir bienes: los sistemas económicos. Es decir, las estructuras económicas y las estructuras sociales derivadas de ellas presionan sobre las demás estructuras, las generan, las modifican, las distorsionan. Por supuesto que esto se da, como veremos más adelante, a través de mecanismos complejos. Además, las otras estructuras no pierden un margen de autonomía, de vida propia. Por eso decimos que las condicionan, no que las determinan.
Todo esto quiere decir que en nuestra tarea específica debemos hacer ingresar la problemática referente a las relaciones entre la estructura y la superestructura. Y, con esto, los problemas relativos a la ideología, es decir, a las formas de pensamiento, de conciencia, de explicación de la realidad, que se viven como verdaderas y que no lo son, en la medida en que ocultan los motores reales de la historia. Con esto pasamos a las formas en que se organiza la cultura a partir de las necesidades de los grupos dominantes, a la forma en que se nos presenta como única cultura, como cultura universal, lo que es en realidad la cultura de un grupo. Y también a su contrapartida, las formas en que las clases oprimidas reaccionan contra esa cultura, en el marco de sus otras luchas. Porque también hay culturas marginadas, oprimidas, reprimidas, cuyo análisis deberíamos hacer. Un análisis para el cual no nos sirven, por cierto, los criterios elaborados por la cultura dominante, en la medida en que ellos no son neutros, sino que están destinados a confirmar esa cultura.
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