Domingo, 5 de marzo de 2006 | Hoy
JORGE NEDICH: EL ALIENTO NEGRO DE LOS ROMANíES
Lleva varios libros escritos acerca del mundo gitano que tan bien conoce por dentro. Leer a Jorge Nedich es una aventura antropológica a la par que una incursión literaria
Por Sergio Di Nucci
El aliento negro de los romaníes
Jorge Nedich
Planeta
216 páginas
Los gitanos son, característicamente, un pueblo nómade y ágrafo. Y por eso también característicamente han tenido la virtud de provocar algunas de las obras literarias más famosas de las literaturas europeas en general, y de la española muy en especial. Desde la primera de las Novelas ejemplares de Cervantes, “La Gitanilla”, hasta el Romancero gitano de Federico García Lorca, gitanas y gitanos han sabido excitar e inquietar la imaginación de la cultura europea, siempre ávida de exotismo y de una sexualidad que muchas veces encontraban exangüe en sus propias tradiciones.
¿Qué representan los gitanos para Occidente, que representa ese pueblo sin patria para las sociedades sedentarias y modernas? Desde luego todas las ilusiones del nomadismo, más allá de sus verificaciones empíricas: la libertad territorial que es también libertad sexual, las intensidades de relaciones carnales e incestuosas, las alturas del amor loco y la sangre que por otra parte supieron explotar primero el romanticismo francés (la gitanería era la exacerbación última de la españolada) y después el surrealismo. Los ojos de Occidente, como todavía en el siglo XXI pueden refrendar Sandro y más de una ficción televisiva argentina, confirman que todos los gitanos son amantes por excelencia, enormes sementales, y todas las gitanas grandes putas o semi-putas. Buena parte de la intensidad de esa mirada se debe a que la percepción de las categorías sexuales de los gitanos están cruzadas: la mujer es un falo (ellas fuman cigarros, y su poder en el matriarcado es poder hacia dentro de la familia y hacia el exterior con la capacidad de, nada menos, adivinar o conocer los astros y los destinos), mientras que el varón posee una agresividad del todo femenina: usa joyas, el pelo es largo y ensortijado, viste muy ostentosa y coloridamente, habla con metáforas y giros alocados, y es poco confiable, artero y traicionero. El colonialismo europeo halló el exotismo en tierras lejanas, primero americanas y después asiáticas o africanas. El gitano en cambio representa un exotismo invasivo, que está a la vuelta de la esquina, en nuestras calles, en la plaza pública, del otro lado de la puerta, con todo un repertorio de leyendas que supieron inquietar y fascinar a la familia occidental (incidentalmente, junto a los judíos y homosexuales, también los gitanos murieron en el Holocausto).
Leer la novela del argentino Jorge Nedich, El aliento negro de los romaníes, resulta desde el vamos una aventura antropológica o etnográfica a la par que literaria. Porque nos introduce en el universo ciento por ciento gitano, con hombres que saben cabalmente doscientas formas rítmicas de aplaudir, mujeres que aceitan su molinar (el modo en como trenzan sus cabellos), tiendas, burros, baratijas, quermeses, mucho sexo (“le alzó la pollera y sin decirle una sola palabra la fornicó larga, meticulosa y acompasadamente”), y diálogos entre padres e hijos de este tipo: “¿Qué tal son tus espermas?”, pregunta el hijo. Respuesta: “Muy urgentes y abundantes”. Una de las protagonistas, por ejemplo, baila y recita lo siguiente: “Baila y canta, son las únicas armas que posees, para armar tu futuro y consolar a tus vivos y a tus muertos, baila y vuela con tus manos, mujer morena, hacia el poniente de tu India, que le regaló al mundo el embrujo de tu paso, la avidez de tu cintura, el terror de tus polleras, lo impredecible de tus manos, tu leonino amor y tu partida larga”.
Una de las virtudes de El aliento negro de los romaníes es que los rasgos característicos del universo gitano no aparecen romantizados o estetizados. Lo que no quita nada a la especificidad de una cultura ancestralmente intensa. Los protagonistas son Petre y su esposa Maida, que para dejar el nomadismo buscan tres hijas para casarlas, y un oso bailarín que los enriquezca. En el medio pasan muchas cosas: la acción es rica en peripecias, el argumento es rocambolesco pero sobre todo siempre sexual. Por eso es un libro de lectura rápida, donde no existen tiempos muertos ni inertes.
El destino del autor, tal como enseñan los clásicos, es el de su nación. También Jorge Nedich fue analfabeto hasta la adolescencia, y ahora se ha convertido en el más célebre de los escritores gitanos de la Argentina. Su novela anterior Leyenda gitana, finalista del premio Planeta, fue publicada en el 2000 y editada en España bajo el título de La extraña soledad de los gitanos. Antes había publicado otras dos, Gitanos, para su bien o para su mal (1994) y Ursari (1997). Hoy coordina un seminario de narrativa en la Universidad Nacional de Lomas de Zamora.
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