Domingo, 15 de octubre de 2006 | Hoy
THAROOR
La gigantesca industria cinematográfica de la India es el punto de partida para una novela que ironiza sobre la integración de las minorías étnicas al mundo global.
Bollywood
Shashi Tharoor
Tusquets
402 páginas
Bollywood es mucho más que un juego de palabras entre Bombay y Hollywood. Así se llama familiarmente a la industria que más películas realiza en el mundo: son aproximadamente mil los films en lengua hindi que aparecen cada año.
Bajo el título original de Show business, el diplomático y escritor Shashi Tharoor (nacido en Londres, criado en Bombay, acreedor del prestigioso Commonwealth Writers’ Prize y recientemente candidateado a dirigir la Secretaría General de las Naciones Unidas), se dispuso llevar a la ficción esta opulenta y enigmática industria, aun antes de que el fotógrafo Jonatahn Torgovnik mostrara con su colección de instantáneas el poder del cine hindú en otra obra: Bollywood dreams.
Ashok Banjara, un anodino actor, consigue triunfar en la pantalla grande gracias a sus contactos. Y a lo largo de su meteórica carrera irá construyendo su fama a fuerza de guiones que mezclan superaventuras pueriles con argumentos rosas, revelaciones inesperadas como el fiasco de las tetas de la diva Abha Patel y el seguimiento constante de la tigresa, una periodista de espectáculos al mejor estilo Viviana Canosa, que cierra sus columnas de chimentos con un elocuente ¡grrr!
Traducido al español catorce años después, este libro de Tharoor (quien antes había escrito La gran novela india, donde abordaba la base mitológica en la vida cotidiana de ese país) se desmarca de un lugar común: la tesis sobre la pérdida de identidad de una minoría a partir de la globalización.
Es cierto que el libro satiriza la típica inclusión en los films bollywoodenses de cantos y danzas étnicas junto a bizarras coreografías del pop occidental; así como la grabación en doblaje de los diálogos para facilitar la posterior traducción a otras lenguas (recordemos que en la India se hablan más de 16 lenguas). Pero, al mismo tiempo, esa parodia es la que genera una estructura cíclica de seis tomas. Cada una de las cuales comparte una secuencia idéntica: el protagonista Ashok Banjara siempre inaugura los capítulos diciendo “no puedo creer que yo esté haciendo esto...”; luego asistimos a la glosa maléfica de una de sus películas y, por último, tenemos un monólogo de un familiar declarándole algo, generalmente en tono de reproche, a un Ashok accidentado durante el último rodaje.
Es decir que la crítica al cine de Bollywood recrea una estructura cíclica que nos lleva a lo más idiosincrático de la cultura de la India: el dharma y su concepción circular del tiempo. Y el hecho de que Shashi Tharoor se burle tanto de los planteos maniqueos y escapistas de Bollywood con sus finales siempre felices y de los espectadores que confunden a los actores de carne y hueso con sus personajes, no impide que el autor realice también una fuerte crítica a los sectores políticos tradicionalistas y paranoicos que consideran que estas películas no hacen más que ocultar con su predeterminismo inmutable las perversiones del sistema.
Justamente es la indecisión, esa burla crítica y ambigua, sustentada por unos personajes deliciosamente trazados, lo que marca la sabiduría, el tercer ojo de esta novela, cuyo glosario de palabras hindi incluido al final no hace más que justificar lo dicho: Bollywood es tanto una burla como un homenaje a la industria cinematográfica más misteriosa del mundo.
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