Domingo, 24 de diciembre de 2006 | Hoy
AMANTES Y REINAS, DE BENEDETTA CRAVERI
Un interesante catálogo de mujeres influyentes en la antigua Francia, a cargo de Benedetta Craveri, historiadora y nieta de Benedetto Croce.
Por Sergio Di Nucci
Amantes y reinas
El poder de las mujeres
Benedetta Craveri
Fondo de Cultura Económica
Pocos dudan de que Francia es especial. Mucho menos los franceses. Acaso un ejemplo valga por todos: es el de la imagen que se tiene de Francia en relación con el sexo y el amor. Famosamente, el adjetivo francés sirve para celebrar cierto desparpajo y liviandad: sabemos del French kiss, por nuestros abuelos de “hacer el francés” (por el “vicio homosexual”), y hay quienes aún hoy se definen, con ironía desembarazosa, “afrancesados”. Por cierto, a los serios norteamericanos sorprende esa nación trivial que utiliza la misma palabra para expresar el amor por una persona y el gusto por una comida: j’aime mon petit ami, j’aime le café, dice el francés cotidiano, con gesto cansado. París ha sabido ser la capital del bidet y de la moda femenina, pero la República es representada por una mujer con gorro frigio y, ocasionalmente, con el pecho desnudo.
Este repertorio de símbolos y de lugares comunes contrasta con una realidad menos reconocida: Francia es un país sin reinas. Una antigua ley, conservada a lo largo de sus monarquías por esta nación que llegó a ser cartesiana y racional, excluía a las mujeres de las líneas de sucesión dinástica. Sólo reyes varones conoció Francia. En un comienzo, se pensaba que las mujeres no serían fuertes para defender la unidad territorial; después, con argumentos que hoy suenan impresentables, que no conviene dejar el poder a un ser tradicionalmente inconstante, snob, irracional o estúpido. Con justicia poética, el libro de Benedetta Craveri (Roma, 1942) gran erudita de la historia francesa, historiadora –y nieta del gran historiador y filósofo italiano Benedetto Croce–, impugna esta visión cómoda, y equivocada, del pasado francés. Pocas criaturas más racionales, en el sentido de ajustar los medios para lograr los fines, que la veintena de mujeres que Craveri estudia, y que ejercieron poder e influencia como consortes, sacramentales o no, de los monarcas franceses desde el Renacimiento hasta la Revolución Francesa. Que en cuanto al desprejuicio amoroso y sexual más bien parecen confirmar la opinión recibida, aunque en cada caso se modalice de maneras bien diferentes.
Amantes y reinas: El poder de las mujeres es un ejemplar catálogo de las determinantes influencias que ha ejercido la mujer en las altas esferas del Antiguo Régimen francés. Tal vez uno de los casos mejor conocidos sea el de la reina Catalina de Médicis (muchas de estas mujeres, por los enlaces dinásticos, eran extranjeras, italianas, polacas, austríacas). Pero a Craveri interesan también otros menos iluminados por la Historia: aquellos en que mujeres no menos decisivas para los destinos de Francia, poco reconocidas, lograron un poder no menos real (y aun regio), como amantes de los varones más influyentes. A éstas se llamó, con un término no siempre dignificante, no siempre decepcionante, “reinas de corazón”, en doble alusión a la baraja de naipes y a la sede de los sentimientos. Así se suceden Diana de Poitiers, la reina Margot, Gabrielle d’Estrées, Ana de Austria, María Manzini, María Teresa de Austria, las Médicis, Catalina y María, Louise de La Vallière, Mmes. de Maintenon y de Montespan, María Leszcynska, el trío Mailley-Nestle, la marquesa de Pompadour, Madame du Barry, y la reina mártir María Antonieta.
En tiempos en que Europa habla de la llegada del poder femenino (Angela Merkel en Alemania, acaso la socialista Ségolène Royal en Francia), cuando en América Hilary Clinton es presidenciable y la chilena Michele Bachelet es presidenta, el libro de Craveri parece más que nunca actual e inactual. Su subtítulo resume con intensidad el volumen: las sociedades occidentales –y Francia ha sido ejemplo para todo Occidente–, ¿es y han sido patriarcales, machistas, o todo lo contrario, matriarcales y poderosamente femeninas? ¿Hasta qué punto los hombres más relevantes no han actuado merced al influjo de la mujer, de alguna mujer? Si las mujeres hoy pueden llegar a las primeras magistraturas, el libro de Craveri se interroga sobre las formas de poder efectivo de una época en la que debían actuar, no sin eficacia, a la sombra de los hombres.
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