HISTORIETA
› Por Martín Pérez
“Mi voz ya no necesita de mi cuerpo”, dice una etérea Billie Holiday desde el más allá, en las primeras páginas de la particular biografía en historieta que José Muñoz y Carlos Sampayo realizaron hace casi dos décadas, y que la editorial Ojodepez! acaba de publicar en la Argentina. “Sin embargo, cuando estaba viva, a mi voz no le faltaba fuerza. Cantaba canciones que hablaban de mí, de mis hermanos, de mis queridos amigos. Aun ahora hay gente que espera algo de mí. De mi voz atrapada en los discos. Una voz sin cuerpo que espiar ni vida que descubrir. Les daré palabras en forma de música. Les daré todos los tonos y les insinuaré que mi voz no es sólo la voz de Billie, que viene de una voz que es la de todos.”
Recorriendo la flamante edición local, Muñoz asegura que ese texto inicial que le dio para dibujar su compinche Sampayo es extraordinario. “Porque habla de un canto de amor y dolor que te consuela”, explica José, y esa definición le calza como un guante a las 50 páginas de su Billie Holiday. E incluso a toda la obra que Muñoz realizó con Sampayo: sus Alack Sinner, Sophie, En el Bar y Sudor Sudaca.
La historia de Billie Holiday se remonta al año 1989, cuando Muñoz y Sampayo fueron convocados por un semanario francés para que hiciesen una historieta. “Pero cuando aparecimos con nuestro material, que era fuerte y sincero, muy a tono con lo que veníamos haciendo en nuestro trabajo, comenzaron los problemas”, recuerda el dibujante. “Aunque era un semanario mucho más preparado intelectualmente que la revista Gente que en su momento rechazó la versión de El eternauta de Oesterheld y Breccia, empezaron a preguntar por qué tantas sombras, a quejarse porque no se veían las caras, y ahí se terminó todo”. Allá en Francia el Billie Holiday de Muñoz y Sampayo se publicó directamente en forma de álbum, a cargo de la prestigiosa editorial Casterman, y acá llegó gracias a la revista Fierro, ya en la década del ’90.
Con una multiplicidad de voces y un concierto de flashbacks, Billie Holiday es –además de un sentido homenaje de los autores a la música y la vida de la legendaria cantante– un resumen de las obsesiones temáticas y los recursos formales de Muñoz y Sampayo. “Es verdad –concede José–. Está la atmósfera, los blancos y negros, cierta falta de sentido en la narración general con todos los personajes viajando entre luces y sombras, y ese urbanismo exagerado, que viene del policial negro norteamericano, de todos los libros que hemos leído y las películas que nos han formado.” Tan bien funciona como resumen, que en la historia de Billie no falta un joven Alack Sinner. “Es que nuestro trabajo es como un gran cuadro, que se va hermanando cuadrito a cuadrito”, explica Muñoz, que en este momento se encuentra en Buenos Aires, trabajando en una historia centrada en Carlos Gardel. “De la voz magistral del norte, a la voz magistral del sur”, resume este dibujante que, junto a Sampayo, hace tiempo entró en la historia grande de la historieta mundial. “Soy un trashumante, un viajero, con una obsesión por el dibujo que me protege. Se puede decir que hago historieta para rajarle a la historia”, resume Muñoz, dueño de un trazo capaz de dibujar a Billie Holiday desde el más allá, y también a sus más sufridas miserias terrenales, en una misma página. En una misma historia. Historieta tras historieta.
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