La reina del Plata
Buenos Aires. Arquitectura y Patrimonio
Fabio Grementieri (texto) y Xavier Verstraeten (fotografías)
Ediciones Xavier Verstraeten
Buenos Aires, 2002
208 págs.
por Ricardo Watson
Hace cien años, cuando la Argentina se preparaba para celebrar los fastos del Centenario, el aspecto que debería ofrecer Buenos Aires a sus ilustres observadores extranjeros desembocó en un encendido debate sobre la preservación del patrimonio histórico edilicio. Las demandas de modernización que imponía el “progreso” chocaron con un floreciente nacionalismo y culto al pasado que el inminente cumpleaños de la patria sacaba a flote. Un siglo más tarde, la discusión en torno a la preservación y el cambio urbano es una cuestión cara a toda urbe poseedora de un testimonio arquitectónico calificado. Esta preocupación mundial por el conocimiento y la defensa del patrimonio heredado institucionalizó en algunas ciudades un contacto directo con sitios y monumentos (en los llamados “días de patrimonio”). En Buenos Aires esa “apertura” tuvo una trayectoria tan exitosa como fugaz, por eso resulta tan grato que aquella feliz experiencia resurja dos años más tarde en formato libro.
Para quien no esté ducho en el rol de flâneur (esa versión urbana del explorador decimonónico que entre nosotros inauguró Sarmiento en París), el recorrido por estas páginas provoca desconcierto y sugestión.
Buenos Aires: arquitectura y patrimonio, con texto de Fabio Grementieri y fotografías de Xavier Verstraeten, transmite varios mensajes y el primero de ellos es la excepcionalidad del tejido urbano porteño. En tan sólo cuatro siglos la ciudad ha consolidado una herencia compuesta por un apreciable conjunto de valores arquitectónicos, urbanos y paisajísticos, “recurso cultural insustituible y de valor creciente”. Puerto de intercambio desde siempre, las múltiples fuentes de inspiración transculturadas en Buenos Aires y la reiterada tendencia local a la reelaboración exigen “una actitud y aptitud de entomólogo o filólogo, en la que es imprescindible el reconocimiento de cada espécimen arquitectónico, analizando su ascendiente y develando su género o especie”. En los sintéticos ensayos que introducen cada capítulo, y en cada uno de los epígrafes, Grementieri parece moverse con mucha seguridad.
Desde hace unos años se viene publicando una serie de libros que se proponen captar a la ciudad en el momento mismo de su transformación en una gran metrópoli, recurriendo para ello a diversos archivos de fotografía documental. Y si ese gesto constituye un aporte excepcional para reconstruir el imaginario de la ciudad de entonces, el tándem Grementieri-Verstraeten va un paso más allá: ojos que no ven, corazón que no siente. Vivimos en una ciudad “familiarmente desconocida”, pero todavía tenemos mucho y muy variado, y hay que sentirse orgulloso de ello. A pesar del descuido y de los atentados, esta ahí y es fantástico. Pero hay que cuidarlo.
Evaluado en su conjunto, textos y fotos no son parejos: Verstraeten trató de limitar la voluntad de expresión propia e intentó que los edificios se “dejaran mostrar”. La reproducción que logró de los espacios interiores es envidiable, pero en algunas tomas exteriores ciertos sitios no lucen como deberían o no alcanzan su genuina dimensión. Pero en todo caso es meritorio que su mirada sobre los edificios haya tratado de ser algo comparable a la acción de conservación; es decir, no una renovación, no un reciclaje.
Quizá se les podría objetar a los autores que más de la mitad del trabajo esté consagrado a la cultura arquitectónica del período 1880-1930 (excepcional, sin duda). O que el itinerario trazado por las imágenes priorice sobre todo el centro y el corredor norte de la capital. Seríafabuloso pensar que sólo es cuestión de tiempo, y que este volumen es el primero de una serie que Buenos Aires se merece desde hace rato.