Los restos de la guerra de Malvinas y los años ‘90 se traman con una historia familiar en la primera novela de Sebastián Basualdo.
› Por Juan Pablo Bertazza
Cuando te vi caer
Sebastián Basualdo
Bajolaluna
172 páginas
Toda novela de iniciación implica, en cierta forma, el itinerario que recorre un personaje para acceder a una verdad, por más escurridiza y volátil que sea. Cuando te vi caer de Sebastián Basualdo –joven profesor de literatura que había publicado un volumen de cuentos, La mujer que me llora por dentro (2001)– es de iniciación, entre otras cosas, por ser su primera novela. En este caso, el iniciado es Lautaro Nogán, un muchacho que cuenta con una familia para nada común: su abuelo es El Caballero Rojo de Titanes en el Ring y su tío un personaje tan oscuro como encantador, uno de esos especímenes que siempre necesita traerse un souvenir de cada sitio que pisa (el cenicero de un bar, el cubierto de una casa y hasta la sortija que le hace robar a Lautaro, luego de llevarlo a la calesita). Pero, sin dudas, el rasgo familiar más destacado y fuente de todas las verdades que se dispone trabajar este libro, es la figura de Francisco, un ex combatiente de Malvinas y segunda pareja de la madre de Lautaro, que logra desplazar totalmente la figura del padre biológico.
El libro pone primera con un hecho un tanto paradójico: si a muchos hijos de padres separados les cuesta aceptar a las nuevas parejas, Lautaro sufre casi hasta el trauma descubrir una infidelidad de su madre a su idolatrado Francisco. Y la segunda velocidad se da con un imperdible episodio navideño en familia que empieza con dos disparos de su arma a manera de fuegos artificiales y termina con un blanco que no corresponde a la barba de Papá Noel sino a los restos de cocaína que uno de los integrantes deja en el baño. Esa atmósfera rotunda impregnará toda la novela con la extrañeza de esta familia muy tipo en lo que hace a mostrar los delirios y verdades encubiertas de toda sociedad, agravado aquí con el uso de nombres propios que siempre reemplazan a los parentescos, el tiempo futuro que se refiere al pasado, otros personajes delirantes como Caballito el dieciséis (un padre de familia que toda la vida tuvo una agencia de lotería pero jamás vendió un número ganador y, siguiendo el impulso de un sueño, apostó todo a un número que salió, infructuosamente, a la semana siguiente), algunas coincidencias psicopateadoras como una fiesta inolvidable de Villa del Parque que tuvo lugar el 2 de abril aunque de 1911, el misterioso castillo de ese mismo barrio y el original recurso empleado por Basualdo de hacer hablar a su protagonista de un diario íntimo que describe pero nunca transcribe en la novela.
Uno de los muchos puntos fuertes de este libro es haberse instalado en ese barrio tan literario y poco literaturizado que es Villa del Parque, en plena década del noventa, aunque casi toda referencia política queda abortada por la desbordante maquinaria narrativa de una familia que cuando más parece liberarlo a Lautaro más lo captura, como sucede con su ingreso aparentemente voluntario a la Marina.
Con momentos de humor notables que recuerdan a Marcelo Birmajer y una capacidad para sacar frases valiosas de acciones tan mundanas como comprar regalos o visitar a una abuela, Basualdo logró abrir con el aparente universo cerrado de una familia un abanico temático en el que el silencio en todo su esplendor –el civil, el militar, el político, el familiar– colaboran perversamente para ocultar verdades que, como las desgracias, nunca vienen solas. Con respecto a las críticas, tener en cuenta la condición de primer libro no debería implicar indulgencia pero sí cierta perspectiva: Cuando te vi caer peca por momentos de dispersión y de cierta artificialidad en algunas resoluciones de la trama. Algo que sin dejar de ser un defecto, esconde una valiosa capacidad creativa.
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