Jugar (La luz de otra cosa)
Textos críticos de Rodrigo Tarruella
Marcelo Panozzo (coordinador)
220 páginas
Cuatro ediciones atrás, el Bafici estrenó un documental que acababa de ser montado, pero cuyas imágenes habían sido registradas 15 años antes: Cinéfilos a la intemperie, de Alfredo Slavutzky y Carlos Oscar García. Lo protagonizaban varios críticos y cineastas y era por momentos un desparrame de obsesiones, confesiones y algunas iluminaciones sobre el arte de ver películas. Por allí pasaban tipos como el crítico Roberto Pagés y Adolfo Aristarain, pero para algunos —especialmente para cinéfilos y estudiantes de cine de una generación posterior— fue una oportunidad única para encontrarse con un personaje mítico del que quizá hubieran oído hablar o al que hubieran llegado a leer brevemente: Rodrigo Tarruella. Este libro rescata una selección de sus notas publicadas en la revista Fierro, en la página de cine del diario Convicción (en la que había, se sorprende Quintín en sus apuntes iniciales sobre el homenajeado, “un oasis hoy impensable de libertad, de desparpajo y de confianza en el arte”, a pesar de ser el diario de Massera); en Tiempo Argentino, en la revista Cine en la cultura y en los primeros números de El Amante. Un hombre de una escritura, se señala, moderna pero enamorado del cine clásico (y defensor de los últimos estandartes del clasicismo en Hollywood: la generación de Coppola y Walter Hill), que murió antes de tiempo, pero dejando impresa la producción que este libro reúne por primera vez, con una sentida y admirada coda a cargo del escritor Eduardo Rojas.
Jean Eustache: Un fulgor arcaico
Marcelo Panozzo (coordinador)
124 páginas
El cine de Kelly Reichardt: El sueño (americano) terminó
Fernando Chiapussi (coordinador)
78 páginas
Dos de los libros editados este año por el festival que hoy llega a su fin están dedicados a sendas retrospectivas de autores poco conocidos por acá. Uno es un clásico francés que constituía toda una deuda para el público argentino, que sólo había tenido oportunidad de acercarse a él con el estreno de su obra maestra La maman et la putain. El rescate de Jean Eustache vale doble, entonces, porque pone a disposición del público una serie de notas sobre el cineasta, entre ellas una entrevista con Serge Toubiana (publicada por Cahiers en 1978) en la que define el estado del cine contemporáneo como “un país ocupado por fuerzas extranjeras”. Además de varios ensayos de cineastas europeos, y algunos aportes locales a cargo de Alan Pauls y David Oubiña, entre otros.
El otro libro, que acompaña la proyección de los films de Kelly Reichardt (sus cortos, y sus tres largos: River of Grass, Old Joy y Wendy & Lucy) está prologado por un texto de Sergio Wolf en el que se argumenta que, a pesar de tratarse de una filmografía relativamente corta, exhibe suficientes marcas autorales y una personalidad muy definida. Entre textos producidos especialmente para el libro, y otros cedidos por influyentes críticos norteamericanos (Hoberman, Kehr) que han seguido su evolución desde su aparición en escena hace 15 años, dan cuenta de una autora que filma sus películas y sus personajes con un ojo puesto en los años ‘70, tal vez la última gran época del cine estadounidense.
Cine argentino: Estéticas de la producción
Sergio Wolf (compilador)
170 páginas
En sus primeras páginas, el director del Bafici explicita las decisiones que se respetaron a la hora de organizar este libro: dejar hablar a directores y productores de películas independientes, prescindiendo de voces institucionales, evitando los tecnicismos, y centrándose en “casos” que ejemplifiquen modalidades, métodos, sistemas de hacer cine diversos. Precedidos por dos valiosos textos sobre las relaciones entre el Estado y el cine argentino, se suceden una serie de artículos sobre productores: uno dedicado a Lita Stantic; otro a la usina documental Cine Ojo; la trascripción de una mesa redonda sobre el tema, y una entrevista a Rafael Fillipelli sobre el rol que cumple la Universidad del Cine desde su creación en la generación de nuevas películas. En el apartado “Sistemas”, Perrone, Rejtman y Alonso cuentan las continuidades y los cambios que se han dado en sus respectivos métodos; y en la última parte presta testimonio, entre otros, Raúl Beceyro (sobre las dificultades de hacer cine fuera de Buenos Aires). El cierre está reservado a Mariano Llinás y Laura Citarella, los productores de Historias extraordinarias, de la que sí, mucho se ha escrito y publicado el año pasado, pero de la que vale la pena volver a hablar porque el valor de su experiencia es, como el del resto de los testimonios del libro, permanecer en el mediano plazo como un posible puntapié para una bibliografía que al día de hoy sigue siendo casi nula: la de una historia de la producción del cine nacional.
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