La desmesura de la historia, el sexo salvaje y la impotencia de sus antihéroes son las marcas más rotundas de los cuentos de Pacho O’Donnell.
› Por Juan Pablo Bertazza
A esta altura decir que el género por excelencia de la literatura argentina es el cuento resulta una verdad cristalizada. Pero lo que sí llama la atención es que la demostración de esa verdad no radica únicamente en la obra de los grandes cuentistas de nuestra literatura –Quiroga, Cortázar, Borges, Abelardo Castillo, entre tantos otros– sino también en los relatos dispersos, inéditos o poco conocidos de aquellos autores que no están directamente relacionados con el género ni, a veces, identificados en primer plano con la ficción. Un ejemplo del primer caso es El oficio de los santos, libro de cuentos publicado el año pasado que, sin lugar a dudas, constituye un punto relevante en la obra de Federico Andahazi. Un ejemplo de lo segundo es Pacho O’Donnell, psiquiatra, historiador, político y dramaturgo, de quien en el marco de la reedición de su obra literaria completa, la editorial Norma acaba de publicar sus Cuentos completos. Esta obra reúne la totalidad de los cuentos que O’Donnell había publicado en La seducción de la hija del portero (Siglo XXI, 1975) más un puñado de cuentos inéditos. “Casi todos mis libros de ficción tuvieron una vida bastante negra, porque fueron publicados cuando estaba prohibido o exiliado. Como con La seducción de la hija del portero, que levantó tal alboroto que al otro día fue allanada la editorial porque al entender de los militares era pornográfico. Dijeron que si publicaban otro más le cortaban la cadena de distribución”, contó el mismo O’Donnell en la presentación que ofreció en la última Feria del Libro.
Además de contar con finales sorpresivos, una pizca de historia y omnipresencia de sexo en todas sus variantes y/o perversiones, el hilo común de estos relatos es, sin lugar a dudas, el poder de los impotentes. Es decir, ese único pero para nada despreciable recurso del que goza cada uno de los antihéroes de O’Donnell. Un recurso que les alcanza y sobra no sólo para sobrevivir sino incluso para llegar a dominar al mundo, aunque tarde o temprano siempre se les vuelva en contra.
Aunque, como suele suceder con casi todos los libros de cuentos, los relatos incluidos en este volumen no parecen alcanzar el mismo nivel, algunos de ellos inevitablemente nos llevan a restregarnos los ojos y sorprendernos. El cuento que dio título al hasta ahora único libro de cuentos de O’Donnell pertenece a ese grupo, en el que también están “Razón de Estado”, sobre un chico cuyo único capital en la vida es su belleza, que empieza a trabajar de taxi boy con tanto éxito que llega incluso a manipular al mismísimo presidente de la Nación; el perfecto “Los mayas argentinos”, que muestra cómo un pobre diablo que trabaja como guardia del cementerio comienza a enriquecerse vendiendo cadáveres hasta transformar esa ganga en el principal ingreso del país; “El deseo de los muertos”, sobre una supuesta traducción de Manuel Belgrano de Las máximas generales del gobierno económico de un reyno agricultor de Quesnay, cuyo hallazgo pronto se convierte en la obsesión de un intelectual catalán, y “La cinta roja”, el deslumbrante y último relato que envuelve con papel de regalo este libro, a partir de una fracasada historia amorosa de una pareja que, efectivamente, se ama pero padece de los celos de una pariente en discordia.
Pacho O’Donnell logró plasmar con estos cuentos de intenso contenido sexual, escritos a lo largo de años difíciles y a merced de la censura, la salvaje cartografía de una Argentina antiheroica que muchas veces se dedicó a historizar.
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