Dom 20.06.2010
libros

El discreto encanto de la inmigración

Debajo de una transparente legibilidad, la novela de Jhumpa Lahiri logra penetrar las profundas capas de sentido de unos lazos familiares más complejos de lo que aparentan.

› Por Alicia Plante

Engañosa, porque se avanza fácilmente en la tersa lectura de tanta inocencia. Los personajes son buena gente, adultos y jóvenes comunes, burgueses bengalíes que en general han dejado atrás una vida holgada en la India y han emigrado a Estados Unidos y parecen haberse concentrado en localidades de Massachusetts, con Cambridge y Boston como telón de fondo. Las circunstancias descriptas resultan perfectamente imaginables, no hay por qué temer que se desencadene una matanza, nadie será torturado ni habrá golpes bajos ni vueltas de tuerca que lastimen a los personajes o a nosotros. Las situaciones nunca nos sobresaltan ni nos arrancan un gemido, y la comprensión de las tramas desarrolladas por la autora en las cinco narraciones que componen la primera parte del libro y las tres de la segunda, autónomas pero planteadas como una continuidad, no supone un esfuerzo demasiado grande. Sin embargo...

La vida, con sus capas y más capas de cebolla, cada vez más hondas y secretas, insondables hasta la desesperación, misteriosamente determinantes de casi todas las decisiones posibles, también puede ser así, una gran farsa donde los motivos verdaderos son escamoteados por nosotros mismos hasta que nos llevan por delante. Mientras, como en los relatos de Jhumpa Lahiri, día tras día los hechos y los afectos se engarzan unos en otros de una manera delicada, a veces casi previsible, para cubrir como el polvo del camino la realidad que subyace, esa cierta impotencia del ser humano frente al juego de sus lazos familiares, frente a su historia y las consecuencias eventuales: me quiere, mucho poquito nada, disfruto o detesto los compromisos contraídos, ¿me atreveré a elegir, a buscar otros? ¿Será que puedo cambiar las cosas sin que la culpa ni el miedo me destrocen?

En la primera historia, que da nombre al libro, mientras a la joven Ruma “nada la hacía feliz”, la llegada de su padre viudo desde la India para una breve visita a la hija y su familia norteamericana, destapa viejas ollas y pudores nuevos, cosas nunca dichas que al fin se comprenden aunque sigan sin hablarse. El amor del nieto genera ternuras imprevistas que hacen estallar los conflictos cristalizados, sin llegar sin embargo a resolverlos.

El segundo relato gira en torno del despuntar de un amor inesperado al que una mujer madura le entrega en secreto su deseo. Cuando la bruma de los celos opaca la alegría, la soledad se volverá casi insoportable. Los motivos para sobrevivir la sumergirán, transparente de dolor, en la rutina.

Tierra desacostumbrada. Jhumpa Lahiri Salamandra 348 páginas

La tercera historia, posiblemente la mejor de todas, envuelve a una pareja de varios años en un torbellino de incomunicación. El alcohol finalmente quita de un golpe los velos con que la mentira de la rutina diaria les permite disimular la distancia que ha llegado a separarlos. El desgaste es entonces nombrado por primera vez, pero sólo ante una extraña.

Sudha y Rahul, ella tres años mayor que él, son los hermanos que protagonizan el cuarto relato. Una historia desesperante, de profundo amor fraternal, puesto a amarga prueba por un factor atroz: una adicción quizá demasiado poderosa.

La quinta narración se aparta del tema que parece concentrar la mayor parte de la energía creativa de la autora: los lazos familiares. Sin embargo, se mantiene fiel a otra constante: las celebraciones de Navidad. Los personajes son dos chicas y un muchacho que comparten el alquiler de una casa. Un triángulo, un cuadrado... y la aparición de nuevos personajes que desdoblan y transforman la trama.

La segunda parte y sus tres relatos giran en torno de la relación de Hema y Kaushik a través del tiempo y el espacio: de niños a mayores, del odio infantil al amor adulto, de Massachusetts a Europa y Asia. Entrañables personajes que nos aproximan a su costado pero también a la autora, a su sensibilidad y a sus experiencias como inmigrante bengalí a una tierra y una cultura tan diferentes, a las cuales se integra sin por eso desprenderse de la identidad que le dio su origen.

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