En Nosotros, publicada en 1921, el escritor ruso Evgueni Zamiatin plasmó una estremecedora y profética novela distópica del futuro humano. Precursor indiscutible de los mundos sociales y las utopías regresivas de Huxley y Orwell, Zamiatin merece un lugar destacado como escritor de una ciencia ficción que apunta a desentrañar la compleja y contradictoria naturaleza del hombre, y que se presenta como auténtica literatura.
› Por Martin Glatsman
Tal vez sea azarosa la siguiente circunstancia, pero lo cierto es que Evgueni Zamiatin (1884-1937) elaboró su novela de ciencia ficción sobre la futura condición humana, en el preciso momento en que aparecía en el plano político la primera conmoción sustancial contra el régimen bolchevique, protagonizada por los marineros y soldados de Kronstadt. Si bien León Trotski lo consideraba “un compañero de ruta”, Zamiatin no dudó en comprender la aceleración industrial y los métodos que el régimen se disponía a aplicar con la Nueva Política Económica (NEP) como una deshumanización del hombre hasta convertirlo en un sujeto abstracto, en un número dentro de un Estado Unico (como postula en Nosotros) que sería la expresión más absoluta de un racionalismo cerrado y obtuso, hasta llegar a la paradójica intención de encasillar geométricamente los sentimientos más íntimos.
Zamiatin supo expresar un estado de ánimo o espíritu ultrarracionalista creando un personaje central que lleva por nombre D-503. Este personaje es un matemático que intenta a lo largo de la trama escribir una serie de acontecimientos personales, íntimos, en forma de anotaciones o apuntes que develan la “personalidad” de un individuo absolutamente captado por una visión racionalista del mundo. Visión que debería haber colaborado para desterrar los miedos irracionales, teológicos y sobrenaturales que azoraban al hombre de todos los tiempos, tal como lo postulara la filosofía del Iluminismo francés del siglo XVIII y que en el caso de D-503 actúa como contención y negación hacia todo quiebre de la racionalidad instituida; por esto mismo, pide a gritos que le aparten del horror de la irracionalidad: “¡No quiero la raíz cuadrada de
-1! ¡Extraigan de mí la raíz cuadrada de -1! Esta raíz irracional se encarnó en mí como algo extraño, ajeno, temible; me estaba devorando, no lo podía entender, neutralizar, porque estaba fuera de toda ratio”.
Si algo está claro es que tal cual como ya lo había diseñado el maestro Goya en el siglo XVIII en su serie de los Caprichos: “El sueño de la razón produce monstruos”. En Nosotros, la postulación de un mundo altamente racional desarrolla formas deshumanizadas de vida que dejan de ser compatibles con diseños y cosmovisiones optimistas y utópicas. Por el contrario, encontramos la proyección de una realidad social y humana pensada como distopía, generadora de un Leviatán o Estado Unico –El Benefactor– en donde las particularidades individuales se subsumen y se desintegran en una masa anónima de números impersonales. Un poder que ejerce el control absoluto en las esferas de lo mental y lo corporal. Un nosotros único y universal que transcurre sus días olvidando y combatiendo las dimensiones más espirituales del hombre, como la creación de la poesía o la importancia de la fantasía: “Le decía que hay que sacarles –a todos– la fantasía. Extirpar la fantasía. Es sólo cirugía, pura cirugía...”, se puede leer en un pasaje de la novela como ejemplo de neutralizar toda posibilidad de quiebre del sistema homogéneo y cerrado de la razón.
Pero justamente, si hay algo que fascina en la lectura de Nosotros es cómo Zamiatin encuentra las grietas que pueden destruir el sistema cerrado y compacto de la racionalidad. El relato, a través de sus imaginativos y extraños capítulos, puede ser leído como la reflexión de un hombre –¿D-503?– que por intermedio de la escritura de su diario íntimo nos lega sus vivencias y preocupaciones, pero sobre todo sus preguntas, que en definitiva y por más que el mundo social haya cambiado sustancialmente permanecen en la naturaleza humana a lo largo de su historia: la finitud, el alma, la felicidad, el amor, la toma de conciencia de la inexorable existencia de la soledad.
D-503 es un hombre urbano, y en este sentido la novela expresa manifiestamente el nuevo desarrollo de un paisaje moderno, con materiales incorporados a partir de principios del siglo XX como el vidrio, el acero, con galerías acristaladas que irrumpen abruptamente anulando toda posible intimidad. Para Marshall Berman, en su fantástico libro Todo lo sólido se desvanece en el aire: “El motivo dominante en el nuevo mundo cristalino de Zamiatin es el hielo, que para él simboliza la congelación del modernismo y la modernización en forma sólida, implacable, devoradora de la vida”.
Es imposible para quienes hayan recorrido las dos novelas más importantes del género como Un mundo feliz (1932) de Aldous Huxley y 1984 (1949) de George Orwell, no encontrar similitudes con Nosotros de Zamiatin. Y efectivamente, es la fuente primordial de ambas. Orwell, que había leído el libro en francés, reconoció su deuda con Zamiatin y escribió una reseña en 1946 en la cual lo definía como “una curiosidad literaria en esta época en que se queman libros”. Pero existe en Nosotros una particularidad en su forma narrativa que sus herederas no presentan, y es que Zamiatin optó por escribir su novela en primera persona. Como bien nos aclara Pablo Capanna en el imprescindible prólogo del libro: “El subjetivismo, que siempre había sido ajeno a la utopía, domina el relato en Nosotros”, y esto, más que ligar a Zamiatin y su producción a los grandes libros de ciencia ficción, lo acerca a la inconfundible tradición rusa de las Memorias del subsuelo (1864), tal como lo había retratado el escritor Fedor Dostoievski. Pero además postula que la única manera de descubrir la grieta que astille la formación de un “nosotros” frío, vidrioso y anónimo, desprovisto de toda identidad, es a través del martillo de la introspección, de un yo que no deja de preguntarse acerca de su existencia tal como aparece en el diario de apuntes de D-503.
Zamiatin era opositor al régimen zarista y tuvo los clásicos recorridos de exilio de los intelectuales rusos de la época. En su juventud estudió ingeniería en San Petersburgo, y en 1905 se unió a los bolcheviques. Se exilió y pudo volver unos años antes de los acontecimientos de 1917. En los fatídicos y purgatorios años del gobierno de Stalin, Zamiatin logró partir de Rusia con la ayuda de su amigo y colega Gorki, y en 1931 emigró a Francia hasta su muerte.
Las primeras publicaciones de Nosotros fueron en el exterior de Rusia en traducciones al inglés y al francés, y recién se pudo conocer por primera vez en la URSS en 1972. En nuestra lengua, habíamos tenido una edición en la década del ’70 inhallable en la actualidad y un comentario en forma de ensayo por parte de Jaime Rest. Pero en rigor, hasta el momento, el libro estaba en boca de un puñado de especialistas o buscadores nostálgicos de obras raras. Hay que destacar el trabajo de traducción directamente del ruso de esta nueva edición, que además incorpora el prólogo de un especialista como Pablo Capanna, quien supo desde siempre leer, divulgar y defender la ciencia ficción como una genuina producción literaria.
En definitiva, nos encontramos ante una novela liminar, vanguardista y fundadora de un estilo, pero sobre todo con una gran ocasión para descubrir a un escritor ruso.
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