Domingo, 5 de septiembre de 2010 | Hoy
En su último libro de ensayos, Antonio Tabucchi aprovechó su experiencia de corresponsal en el mundo para repasar la agenda política más candente de sociedades que están virando a la derecha, empezando por la italiana.
Por Juan Pablo Bertazza
El 12 de diciembre de 1969, una bomba estalló en la Banca Nazionale dell’Agricoltora de Piazza Fontana (Milán), y tuvo como saldo 16 muertos y 88 heridos. Luego de que todos los indicios comprometieran a organizaciones de extrema derecha, pronto las investigaciones apuntaron a dos anarquistas: Pietro Valpreda y Giuseppe Pinelli, quien murió durante un interrogatorio a cargo del comisario Luigi Calabresi. Luego, este mismo comisario fue misteriosamente asesinado.
Al día de hoy la Justicia italiana (famosa por sus baches y lentitud) no pudo dar con el responsable de este atentado. Sin embargo, luego de un dilatado y controvertido proceso, sí culparon del asesinato del comisario a Adriano Sofri, intelectual, editor y fundador de Lotta Continua, una organización de extrema izquierda. Entre apelaciones, acusaciones y falta de pruebas, Sofri fue condenado a veintidós años de prisión.
En 1990, durante la sentencia del primer proceso de apelación de ese juicio, la magistrada Laura Bertolé Viale citó un cuento de Antonio Tabucchi llamado “¿El aleteo de una mariposa en Nueva York puede provocar un tifón en Pekín?”. Por entonces, el caso Sofri parecía reproducir el affaire Dreyfus, a tal punto que casi toda la intelectualidad italiana decidió defenderlo.
Aunque Tabucchi se canse de asegurar que no es un revolucionario, ese hecho selló algo que, por estos días, es casi un milagro: la inserción directa de un escritor en la realidad. Hacia el final de La oca al paso –su último libro, publicado en 2006, y hoy traducido por Anagrama–, el autor de Sostiene Pereira casi se disculpa: “Es justo que un escritor, llegado a cierto punto, ceda el testigo de la visión directa de la realidad y retome los instrumentos que le son más propicios. Es lo que hago, cerrando este libro”. Lo hace porque, por alguna razón, no siempre está bien visto que un escritor de ficciones se entrevere en asuntos políticos y sociales. Tal vez porque no siempre tienen la suficiente lucidez para hacerlo, pero ése no es el caso de este volumen.
La oca al paso compendia una serie de artículos de opinión que Tabucchi publicó desde los últimos años de la década del ’90 mayoritariamente en El País y El País Internacional, mientras cumplía su función anfibia de corresponsal en Italia para el extranjero y corresponsal de Italia en el extranjero. Aunque muy variados, los temas se condensan en torno de los terrorismos de Estado, las huellas abiertas y latentes de la República italiana, la nueva derecha italiana, los negacionismos y revisionismos del Holocausto, las guerras, la corrupción, las torpezas de la Justicia, la pobreza de la actual izquierda italiana, el predominio absoluto de la imagen y la lucha que debe afrontar todavía, y cada vez con menos armas, la palabra.
Irónico, laberíntico y erudito –además de su innegable estilo literario, aporta datos valiosos como que el primero en calificar de “vieja” a Europa fue el futurista Marinetti en 1909–, todos los dardos de Tabucchi apuntan a denunciar a Berlusconi y a divulgar una idea que atraviesa el libro a varios niveles: el futuro hace rato que llegó porque el futuro vive en el pasado, y no hay horizonte sin memoria. Además de repetirlo hasta el hartazgo, Tabucchi tuvo la virtud de implementar esta idea en la misma estructura del libro que, tal como su nombre indica, copia el viejo Juego de la Oca, aquel en que dos o más jugadores hacen avanzar su ficha por un tablero en forma de espiral compuesto por 63 casillas con dibujos. Como sucedía con Rayuela, este libro puede leerse entonces de manera lineal o siguiendo las alternativas del Juego de la Oca, aunque por alguna razón ambas formas de lectura terminan confluyendo en una especie de laberinto que Tabucchi logra escenificar a la perfección para ilustrar “estas noticias desde la oscuridad que estamos atravesando”, tal como reza el subtítulo de este libro.
Siguiendo la línea conceptual que había marcado Umberto Eco (también publicó recientemente un compendio de notas periodísticas bajo el título de A paso de cangrejo), Tabucchi demuestra con creces que, en tiempos de la imagen totalizadora, la palabra aún tiene mucho que decir.
O en otro términos, en tiempos de saturación informativa, el análisis y la reflexión pueden seguir siendo nuestro hilo de Ariadna.
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