Dom 03.06.2012
libros

Los mundos posibles

En su segundo libro de relatos, el también poeta Eduardo Alvarez Tuñón se asoma a vidas que, tocadas por el azar o la desgracia, ingresan a mundos inesperados y, en ocasiones, intolerables

› Por Sebastian Basualdo

“A veces creo que me eligió, no por mí sino por ella, para prolongar su vida de lectora y, a pesar de su escepticismo, tuvo fe en que seguiría sus pasos. Quizás intuyó que la pasión puede ser transferida más allá de la muerte o que en el acto de leer nos transformamos y dejamos de ser individuos efímeros. Tal vez quiso hacerme partícipe de una riqueza abandonada”, dice el narrador de “El retorno y los libros”, el primero de los once relatos que componen Armas Blancas de Eduardo Alvarez Tuñón, una historia de iniciación que tiene como principal protagonista a los libros, o mejor: el modo en que un hombre se desliza por la reminiscencia evocando la figura de su tía Tita, una mujer mayor, sabia y cariñosa, que supo inculcarle el amor por la lectura y dejarle, por sobre todas las cosas, una herencia mucho más perdurable que el mármol, una gran familia espiritual compuesta por hombres como Camus, Flaubert o Proust, para que las tardes de visitas y charlas se extendieran como una red a través de los años, logrando que, cada vez que abriera un libro, surgiera nuevamente el recuerdo de su tía como una caricia, acaso un modo como cualquier otro de acompañarlo. Armas Blancas posee la virtud de la variedad temática, oscilando como un péndulo entre la ternura, la comicidad y lo trágico, siempre bajo un fuerte apego a la estructura clásica: algunos de los relatos están pensados con finales sorpresivos y otros se abren como un abanico para resignificar el recorrido paulatino de la historia. Sin resultar en modo alguno solemnes gracias a un equilibrado manejo del ritmo narrativo, Eduardo Alvarez Tuñón, poeta devenido en narrador, logra por medio de una prosa ajena a todo efectismo que los distintos relatos conformen una especie de muñeca rusa: leídos en su totalidad suman, logran, un entramado complejo sobre cómo, a partir de un solo acto involuntario, una desavenencia o una mala decisión, la vida puede resultar desgraciada o intolerable, como ocurre en “La suprema ayuda”, la historia de unos amigos ligados por el arrepentimiento. “Ninguno de los tres imaginó jamás que un pacto de bondad y buena fe, que tuvo un fin tan loable, pudiese terminar de esa forma, ni que el obligado silencio fuera a convertirse en ese verdugo inasible que todo lo invadía, en esa cárcel opresiva, hecha sólo de aire y de memoria.” Unas vacaciones en Brasil y el robo de un cadáver, la última noche de Pompeya, las consecuencias de una infidelidad y un amor de Voltaire, dos ciegos que parecen hermanados y se asocian para pedir limosna en el subte hasta que sobreviene una miseria que no tiene relación alguna con la pobreza porque parece intrínseca al género humano son algunos de los temas que componen Armas Blancas. Quizás uno de los relatos más logrados sea “Salita Roja”, donde se narra, a modo de paralelas cruzándose en el infinito, dos universos irreconciliables durante la última dictadura cívico-militar: por un lado el modo en que la ignorancia y las condiciones sociales trabajan sobre un hombre sencillo que ingresa por necesidad al Colegio Militar para convertirse en un represor y esclavo de los discursos dominantes y, por el otro, un hombre para quien la necesidad de pertenecer a la historia lo lleva a no medir las consecuencias de sus actos. “El golpe militar del 24 de marzo podría ser, en lo individual, un gran desafío. Sentía que, a los sesenta y ocho años, la vida le otorgaba lo que había ambicionado desde joven: desempeñar un papel relevante en un momento tan especial de la historia y ser reconocido por aquellos artículos valiosos, escritos en una época difícil, que exigía formación y lucidez.” Armas Blancas es un libro donde las palabras asumen todo el protagonismo que se merecen en un mundo que dista mucho de ser el mejor de los mundos posibles.

Eduardo Alvarez Tuñón nació en Buenos Aires, en 1957. Es poeta, narrador y ensayista. Su libro de cuentos Reyes y mendigos (2005) obtuvo el premio de la Fundación Suiza otorgado por un jurado presidido por Guillermo Cabrera Infante. Poemas suyos integraron el libro 200 años de poesía argentina (2010), que se presentó como el canon del Bicentenario.

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