Domingo, 2 de noviembre de 2014 | Hoy
Así como su poesía indagó en los efectos del peronismo sobre las generaciones nacidas a partir de la democracia, en su primera novela, La construcción, Carlos Godoy indaga en las formas de representar lo político alejándose de un realismo sin fisuras.
Por Fernando Krapp
En 2007, la pequeña editorial Funesiana sacaba unos pocos ejemplares cosidos y hechos a mano de un libro de poemas llamado Escolástica del peronismo ilustrado. Su autor, un tal Carlos Godoy, nacido en 1983 en Córdoba, no era un don nadie; con paciencia y a fuerza de trabajo (y posicionamiento) supo canalizar en su poemario el sentimiento estético de una generación en relación con la política y el peronismo. Probablemente pocos libros de ese momento hayan tenido tanta incidencia en la esfera pública poética de los nacidos en democracia. Años después, dio a conocer su faceta como cuentista con Can Solar (17grises). De nuevo: Godoy se metía con otro de los grandes temas de la cultura argentina, el federalismo. Pero en ambos textos el cuestionamiento que resuena es literario: la pregunta incómoda por el realismo y sus modos de representación. Ante una literatura cargada de autorreferencialidad, realismo barrial, Godoy escribía un cuento que empezaba con la siguiente frase: “El pueblo tiene estructura de pueblo”. Despojado de colores locales o pintoresquismos, los cuentos de Godoy llevaban el realismo a un lugar de incomodidad y desapego.
En La construcción, su primera novela, parte de una anunciada trilogía, publicada por la nueva propuesta editorial Momofuku, comandada por Hernán Vanoli y Lola Copacabana. Godoy se termina de acomodar en un determinado registro y lo hace volviendo a la misma pregunta que lo viene acorralando desde sus comienzos como escritor: ¿cómo escribir al costado del realismo? Ballard, en sus inicios, planteó que la ciencia ficción era el mejor modo de hablar sobre temas de la actualidad: las autopistas, la publicidad, los avances tecnológicos eran temas que demandaban otro tipo de representación literaria. La misma pregunta atravesó buena parte de la narrativa norteamericana de la década del setenta, con Don Delillo y Thomas Pynchon en la delantera, y que terminarían vinculando el género con experimentaciones literarias de herencia faulkneriana. La búsqueda de Godoy con La construcción se puede leer desde ese punto de fuga. ¿Cómo hablar de los grandes temas de la cultura argentina con herramientas literarias que estén en mejor concordancia con la vida cotidiana? O mejor todavía: ¿cuál es el origen de la vida que nos toca vivir hoy en día?
Con una estructura fragmentaria, La construcción se organiza alegóricamente en dos islas llamadas “Las Manchas”, que de todas las posibles derivaciones (las manchas hacen referencia a aquellas que los psicólogos empresariales utilizan bajo el método de Rorschach a la hora de tomar personal para descartar potenciales problemas psicológicos), se entiende una sola cosa: las manchas no son otra cosa que las Malvinas. Variando sus registros como una cartografía nómada, los relatos se expanden como ecos que resuenan, historias veladas y contadas al calor de una pira de fuego en el medio de la nieve, y que abren las posibles ramificaciones derivadas de “Las Manchas”: un chino enseña la técnica del desapego, una mujer persigue a su marido por la nieve bajo la sospecha de un adulterio, un grupo de geólogos buscan en las indicaciones de un libro mitológico y esotérico las bases para la construcción de un determinado modo de vivir en sociedad.
Godoy busca para su forma de representación –lo dijimos– herramientas de la ciencia ficción, pero al diseñar un relato que se desmembra en la unión fundacional entre técnica y naturaleza, La construcción se acerca a las parodias científicas de Marechal en Megafón, y sobre todo en El banquete de Severo Arcángelo, y que dotaba a la novela, como género literario, con sus delirios epopéyicos y escatológicos, de un trasfondo total y político. Pero el fuerte, y el gancho, de Godoy no es la hipérbole, todo lo contrario: su prosa se basa en la frase concreta y directa, clara y precisa. Ahí donde muchos buscaban (y siguen buscando) indagar en los efectos que la política tiene en sus vidas cotidianas, Godoy pone todos sus esfuerzos en torcer el rumbo y encontrar el reverso político que crearon las condiciones de los tiempos que nos toca vivir.
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