Por Martín De Ambrosio

Una antigua polémica en el mundo intelectual parece haber renacido. Luego de los fusilamientos de los tres disidentes cubanos, volvió la querella intelectuales comprometidos versus intelectuales “que miran desde afuera”. Mientras José Saramago aseguraba que “hasta acá llegué” en su defensa al gobierno de Fidel Castro, Eduardo Galeano escribía un artículo titulado “Cuba duele”. Naturalmente, quienes siguen apostando por el gobierno de Fidel reaccionaron. El sociólogo mexicano, profesor de la UNAM y compañero de correrías de Noam Chomsky, Heinz Dieterich dijo lo suyo en la presentación de su última obra, Democracia participativa y liberación nacional (Editorial 21/Nuestra América) en la Feria del Libro de Buenos Aires. “Ese artículo de Galeano es frívolo e indigno de su responsabilidad histórica”, aseguró. La crítica de Dieterich rondaba la idea de que el intelectual no debe criticar un sistema en abstracto sino que debe estar comprometido con los cambios que pudieran surgir. “Es fácil asegurar que hay que cambiar el sistema de partido único de Cuba, pero, ¿qué ponemos en su lugar? ¿Elecciones libres para que vengan los gusanos de Miami? ¿Cómo va a ser eso? ¿Como en el resto de América latina? Alguien con el prestigio de Galeano no puede escribir eso si no tiene propuestas a cambio.” La apología de Cuba le sirvió al mexicano para empalmar su discurso con la propuesta del libro que vino a presentar. Después de todo, él sí es un intelectual con propuestas, “si no ayudamos, caemos en el dilema de Galeano, entonces pregunto para qué quieres ese cerebro que diosito lindo te dio si no contribuyes con tu pueblo”, dijo en mexicano elemental.
En el libro, Dieterich parte de su seguridad respecto de que el nuevo proyecto histórico, dado el colapso final del capitalismo, no puede ser aquel socialismo realmente existente que cayó con el Muro berlinés. Esta tarea corresponde al Nuevo Proyecto Histórico de las mayorías que es la Democracia Participativa, o el Socialismo del siglo XXI. “La idea de ese proyecto es darle una nueva institucionalidad a Cuba, Colombia y al resto de América latina” porque “otro mundo es posible, y esto es científicamente objetivo”. Si la idea es reemplazar algunas de las propuestas clásicas del marxismo, al menos se conservan esas estructuras de pensamiento que tienen a la ciencia como ideal de racionalismo.
En el libro se compara el desarrollo histórico del pensamiento biológico y físico con el desarrollo de las ideas del marxismo. Bajo el subtítulo “Estancamiento teórico del proyecto”, el libro sostiene que mientras el socialismo teórico clásico (Marx/Engels), la biología teórica clásica (Darwin) y la física teórica clásica (Newton) tuvieron orígenes comunes en la epistemología científica de los siglos XVIII y XIX, el primero no tuvo continuadores que profundizaran la obra inicial, como sí pasó con Einstein en el caso de la física y los biólogos que llegaron al Genoma Humano. Y hay que apuntar a resolver ese déficit.
Dieterich estuvo acompañado por el escritor y periodista de Página/12 Miguel Bonasso (que prologó el libro), Nora Cortiñas, Madre de Plaza de Mayo que ofició de presentadora, y Lorena Pastoriza, militante del asentamiento Ocho de Mayo, en José León Suárez, que contó las penurias diarias: “Se nos mueren miles de chicos, por eso nosotros en el asentamiento ponemos en práctica la democracia participativa... Me parece bien el nuevo socialismo que defiende el libro, no hay otra salida. ¿Qué nos vienen con elecciones?”.
Como el mexicano, Bonasso se despachó contra “la soberbia de algunos intelectuales que desde una pureza abstracta, que no tiene que ver con la lucha, pretenden situarse por encima de la historia”. Bonasso elogió el tipo de intelectual orgánico a la Gramsci que es Heinz Dieterich y saludó al embajador cubano Alejandro González Galiano, presente en una sala José Hernández –llena en tres cuartas parte– que respondió con aplausos. “Conlos amigos se está en las buenas y en las malas”, aseguró el autor de Recuerdo de la muerte.