Dom 20.09.2015
libros

LAVIE TIDHAR

LOS MUNDOS GEMELOS

En un mundo con un clima muy años 50, en la capital de Laos, un detective se entretiene leyendo novelitas en las que un tal Osama comete violentos atentados en un mundo mucho más parecido al nuestro. Con este modelo distópico, Lavie Tidhar se consagró dentro de la ciencia ficción gracias a un auspicioso juego entre ficción y realidad dentro de un saludable clima noir.

› Por Martín Pérez

Sam siempre la toca de nuevo. Pero en este caso su canción no llega desde el piano sino que suena a través de unos parlantes, y la ciudad no es Casablanca, sino Vientián, la capital de Laos. Los parlantes son los del bar preferido de Joe, que no es Humphrey Bogart, pero bien podría serlo. Sentado ante un café y encendiéndose un cigarrillo con su zippo, Joe es un detective privado con todos los clichés juntos. Al punto de que no necesita apellido, es simplemente Joe. Apenas a un par de cuadras de ese bar ubicado frente al mercado de Talat Sao, en el centro de la ciudad, lo espera una botella de whisky en el primer cajón del escritorio que preside su oficina. Al lado de la botella, en el mismo cajón, descansa un revolver calibre 38. No le falta nada a Joe, salvo un caso. Mientras espera que se le presente uno, mata el tiempo leyendo extrañas novelitas de bolsillo, impresas en París, que encuentra en los fondos de las librerías, escondidas junto a las revistas porno. Son novelas que hablan de un mundo violento, de explosiones y asesinatos, protagonizadas por un tal Osama Bin Laden. Su autor firma como Mike Longshott, y buscarlo será justamente el próximo caso de Joe. Siguiendo con los clichés del género, se lo pedirá una misteriosa mujer que aparecerá casi de la nada durante una tarde de lluvia. La mujer pondrá una tarjeta de crédito a su disposición, para solventar los gastos de una búsqueda que lo llevará hasta París, Londres y, finalmente Nueva York. Siempre detrás del esquivo autor de un personaje que habita un mundo imaginario, donde existen los celulares, las computadoras y algo llamado World Trade Center.

Osama es una novela extraña y fascinante. Una suerte de El hombre en el castillo, el clásico de la ciencia ficción y los mundos paralelos firmado por Philip K. Dick, pero por el que se pasea el fantasma de la no menos clásica Casablanca, la película de Michael Curtiz. En el mundo en el que vive Joe, inequívocamente ubicado luego de la Segunda Guerra, las cosas han sucedido a otro ritmo. Y también de una forma levemente diferente. De Gaulle nunca ha sido presidente de Francia, por ejemplo. Ocupó ese lugar Antoine de Saint-Exupéry, cuyo avión nunca cayó en el desierto. Pero hay pocas precisiones de ese tipo en sus páginas: este detalle sólo asoma cuando Joe pasea por París, buscando al esquivo editor de la saga Osama Bin Laden: Vigilante, mientras empiezan a seguirle los pasos cada vez más cerca unos curiosos hombres de negro, poco interesados en que el detective llegue al final de su búsqueda. Porque los dos mundos, el estilizado mundo noir en el que ellos habitan, y el feroz y violento de las novelas, corren riesgo de empezar a confundirse.

Nacido en Israel y criado en un kibutz, Lavie Tidhar siempre ha dicho que su autor preferido del género es Philip K. Dick porque fue el único de los que leyó durante su adolescencia que lo incluyó en su futuro. “Dick imaginó un kibutz en Marte, y eso me voló la cabeza cuando lo leí entonces”, explicó. “Además adoro que sus héroes nunca son héroes, sino simplemente gente común viviendo en un futuro extraño”. Poeta en sus comienzos literarios, viajero desde que se mudó a los 16 años a Sudáfrica y luego deambuló por África y Asia hasta recalar en Londres, Tidhar es un activo participante del mundo de la ciencia ficción actual desde hace mas de una década, como cuentista y novelista. Incluso se ha dedicado a compilar un par de volúmenes con historias de ciencia ficción escritas en inglés, pero por autores no anglosajones. Su camino en la ficción comenzó incursionando en lo que irónicamente denominó hebrewpunk, interviniendo en las temáticas de las novelas pulp con elementos del judaísmo. Su siguiente paso fue el steampunk, con una divertida trilogía llamada The Bookman, capaz de mezclar a Julio Verne, Karl Marx y Moriarty en una misma historia. Pero Osama claramente es otra historia.

Tal vez sea por la forma en que el tema llegó a sus manos: Tidhar cuenta que coincidió en Dar es Salaam (Tanzania) y Nairobi (Kenia) cuando Al-Qaeda hizo su aparición bombardeando las embajadas norteamericanas en 1998, por lo que se obsesionó con Osama Bin Laden mucho antes del 11 de septiembre del 2001. También estuvo en Sinaí cuando estallaron las bombas en los hoteles en 2004 y en Londres durante los atentados en el subte del 2005. “Parecía como si me estuviesen siguiendo”, suele bromear el autor de Osama, cuyo primer escarceo con el tema fue un cuento titulado justamente “Mis viajes con Al-Qaeda”, en el que imagina a una pareja obligada a repetir una y otra vez la experiencia de quedar en medio de los ataques, tal como le sucedió a Tidhar con su mujer en aquel entonces. De hecho, su despedida del tema fue con otro cuento, “El ultimo Osama”, publicado luego de la captura y ejecución del líder de Al-Qaeda, coincidiendo con la reedición de su novela en paperback luego de ganar el premio World Fantasy. Ambos aún sin traducir al castellano, hubiesen sido un complemento ideal para la edición de RBA, que se editó en España en 2013, pero recién ahora se distribuye en las librerías locales.

Osama. Lavie Tidhar RBA Libros 350 páginas

Osama comienza en realidad con el relato del atentado a la embajada de Nairobi, pero enseguida aparece el mundo de Joe, que está leyendo esa historia dentro de las novelitas con las que se entretiene. Ese ida y vuelta entre pulp y realidad se repite durante todo el volumen, al tiempo que comienzan a aparecer también testimonios de las víctimas, fantasmas que se desplazan entre ambos universos. Pero la gran fuerza de una novela como Osama es también su punto débil, ya que ese ida y vuelta entre lo real y la ficción termina permitiendo que el lector esté un paso por delante del protagonista, convirtiendo a la historia en previsible. Pero aún así en sus páginas hay lugar para ironías memorables como la OsamaCon en la que el detective debe inscribirse al llegar a Nueva York, detalles que terminan de convertir a Osama en una novela consagratoria dentro del género para Lavie Tidhar, que cuando ganó el World Fantasy en 2012 lo hizo nada menos que por delante de autores como Stephen King y George R. R. Martin.

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