HUGO PADELETTI
Reunión de poemas dispersos, dejados a un lado, retomados a lo largo de décadas, Osaturas de Hugo Padeletti reafirma una poética y una filosofía del poema como un acto del presente, aun en su insistencia sobre la fugacidad y la proximidad de la muerte.
› Por Daniel Freidemberg
Aunque inconfundiblemente es un poema de Padeletti, por el estilo, por la actitud y por cierta sabiduría o astucia en la técnica de la composición que es como una marca de fábrica, “In memoriam” tiene también algo de inusual en la producción del autor: es un poema de amor, breve, perfecto, casi epigramático –recuerda a Quevedo aunque sin su desmesura–, también por la productividad de sentido que obtiene del desafío a lo imposible y del juego con lo paradojal: “Si a veces no atraviesas// el espeso cemento con tu beso/ eres médula viva/ que produce// su alquimia desde el hueso”. No es el único momento en que la sombra de la muerte o la de su cercanía, se hace sentir en el libro, porque también asoma en las veces que aparecen el hueso o lo óseo, o en las menciones a lápidas o a hedor, o esa escueta advertencia: “ya no habrá”. Más que en otros libros de Padeletti, está muy presente en Osaturas la conciencia de la fugacidad de todo, pero no como lamento o desolación, sino como constatación, y hasta como un canto a la fugacidad.
“Pasamos/ de una esfera a su envés// cada vez que apuramos/ sin restos,/ solamente// lo que es”: así termina el poema que había empezado diciendo “Latimos en el pulso// del presente/ que ya es ayer,/ aunque siempre es ahora”. Hablando de ese poema, advierte Jorge Monteleone en el prólogo “todas las dimensiones del tiempo: la relación del presente con el ayer y a la vez con el ahora, resuelto en la permanencia del siempre. Luego el presente como henchido de presencia, que ya no añora lo que fue. Al fin el presente en el Canto, la forma del poema que sabe en su apertura al Ahora, que el pasado y el futuro no cuentan: el poema mismo sucede en el Ahora.”
“Ahora”, esa palabra, da cuenta bien de lo que se podría llamar, si correspondiera, “la filosofía de Padeletti”, y también de su poética: un poema de Padeletti es algo que está ocurriendo en el momento de leerlo, un inquieto juego o trabajo que, aunque está hecho de reflexión, importa tanto por eso que da a pensar como por el placer de ir sintiendo lo que suscita la disposición de las frases. Pensamientos que juegan a ser música verbal o música verbal que juega a pensar, a tal punto que, como parte del juego que son, la muerte o la decadencia puedan ser serenamente asumidas. Se trata precisamente de eso, de asumir “lo que es”, tan lejos del dramatismo, el apasionamiento y la indignación como de la indiferencia o el desprecio –por el contrario, no hay prácticamente nada que no importe–, pero algo singular que tiene esta poesía es que lo lleva a uno, su lector, a ver y pensar desde esa posición todo, y no deben ser muchas las obras que, como la de Padeletti, lo han logrado a tal punto.
Cuando, en 1989, la Universidad Nacional del Litoral publicó Poemas 1960/1980, segundo libro de Hugo Padeletti –el primero es de 1959–, cierta aura de “acontecimiento literario” acompañó a esa edición. Nunca se había visto en la poesía argentina un tan perseverante ejercicio del intelecto administrado por una escritura tan sensual, tan lanzada a jugar con ritmos, rimas, aliteraciones, pausas, silencios, tramos de mayor o menor extensión, referencias exóticas o librescas alternando con lo más llano y cotidiano. Ni se había visto antes, tampoco, tanta capacidad de compatibilizar la digresión y la frase precisa, lo transparente y lo hermético, la levedad y una interrogación que a nada responde tanto como a una extrema exigencia de lucidez. Un poco más apretada, un poco más severa o descarnada, un poco menos desenvuelta, esa poesía vuelve, igual y diferente, en Osaturas, primer libro que Padeletti da a conocer desde Canción de viejo de 2003, y seguramente el más variado de sus libros, lo que obliga a una lectura más discontinua, más detenida en cada poema. Como lo sugiere en la tapa la aclaración “1969-2008”, Osaturas reúne poemas que Padeletti fue dejando al margen de sus libros, y bien puede verse como una colección de piezas, reliquias, restos. No residuos, sin embargo, ni despojos, ni sobras, ni borradores: no reconocida por la RAE, la palabra “osatura” designa cada uno de los elementos que forman el esqueleto o la estructura fundamental de algo, no la totalidad de los elementos sino algunos –huesos, por ejemplo– que tienen mucho para decir por sí mismos, como bien saben los paleontólogos. Pero también, para su autor, “osatura” remite a “osadía”: esa es la tentativa y así vale la pena leerla, con la misma atención abierta y despojada de ambiciones o seguridades con que esta poesía propone mirar y pensar todo.
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