Domingo, 4 de octubre de 2015 | Hoy
DANIEL LINK
Bajo el título de Suturas, Daniel Link reúne una cantidad de ensayos generales y puntuales alrededor de las preocupaciones teóricas que enfrentan la literatura y otros discursos culturales entre una biopolítica que puede llegar a ser opresiva y los dilemas democráticos del mundo digital. Pero también es la conclusión de una extraordinaria trilogía crítica junto a los volúmenes Fantasmas y Clases.
Por Andrés Tejada Gómez
“¿Se entiende lo que digo? Hago frases con lo que pienso, lo más íntimo de mí”, confesaba Link en 2009. Y debemos admitir que sí, que se comprende lo que expresa en su nuevo libro, Suturas. Imágenes, escritura, vida debido a un imponente aparato argumentativo que conforma un diagrama de punzantes y agudas intervenciones a la sensibilidad del sentido común. Imprescindibles por motivos dispares, aunque básicamente por el apremio de generar un debate escrupuloso dentro del campo intelectual. Esa flora y fauna arcaica que fue fruto de los extraviados espejismos de la modernidad.
Detrás de su atractivo impulso o pulso tenaz de escritura, que contempla las nuevas formas-de-vida amenazadas por una opresiva biopolítica de un Estado Universal Homogéneo, se asoma una respiración crítica que se extiende ante el estado de la cultura contemporánea. Amparado por un rigor perspicaz, logra desplazarse a través del centro y los márgenes de múltiples autores, manifestaciones, artistas, narrativas políticas o tópicos que no obtuvieron la atención necesaria. En su engranaje se vuelve posible especular sobre YouTube como un fascinante modelo de imágenes, que a su vez fustiga una vertiginosa mutación de la noción de archivo: ahora el soporte es digital, lo que le aporta una arista espectral. Su estela es una muestra de la capacidad para percibir los rastros perniciosos de un infausto futuro que se acepta en el presente bajo la mácula de una celebración anticipada. Una triste celebración. En cierta medida, cuando suponíamos que en el entramado cultural coetáneo no había espacio para la emancipación de esa vacua sordidez, Link nos revela un nuevo escenario ante los problemáticos vínculos de arte, vida, imágenes y escrituras, suscitando interrogantes que nos desconciertan y han de seguirnos como zombies a través de la interzona paradojal de nuestros prejuicios.
La ejecución de sus ensayos en conjunto deriva en una misiva tan comprometida como elegante en su transparente exposición. Una generosa pedagogía que no elude enseñar a zambullirnos con placer entre los pliegues y repliegues de su manía por las clasificaciones, las vertiginosas variaciones de los productos culturales y sus efectos, a partir de las transmutaciones del andamiaje de la teoría, una innovadora concepción de la memoria; las apreciaciones del museo como ámbito domesticado y la constitución de comunidades que erradiquen el microfascismo, o los campos de concentración como lógica de gobernar el caos no pueden merecer una atención perezosa. La atención de Link es vibrante y nos expone a la incertidumbre.
El atento lector podrá discutir con los conceptos de posfilología y diagramatología. Herramientas que podrían ser útiles a investigadores posteriores para implementar sus suturas a las desconocidas heridas que seguirán emanando del cuerpo social del porvenir. Sus operaciones proyectan una maquinaria hermenéutica, imponiendo un complejo arte de la lectura: atravesando sus textos se constata que late un evidente, vitalista y ferviente amor por la lectura.
“La vergüenza de ser un hombre, ¿hay acaso alguna razón mejor para escribir?”, reveló Gilles Deleuze en su artículo “La literatura y la vida”. Dando un paseo en retrospectiva al universo de los textos críticos publicados por Link es evidente percatarse que no ha cesado de imponer un cimbronazo a las convenciones, arbitrariedades y creencias cristalizadas en los campos de batalla donde se entrometió. Y que la cita de Deleuze atrapa como un espejo donde él puede observar(se) con solvencia. Un espejo que es un mandato de extraviarse a través de la escritura: ese goce envolvente por el criterio de lo indeterminable, partiendo de la premisa que la teoría tiene el compromiso ético de aspirar a la subversión.
Sus inquietantes artefactos retóricos establecen fluidas relaciones de reciprocidad con un plausible pop-análisis que intenta trazar líneas en el aire. Arriesguemos y digamos que es como si no hubiera “nada que explicar, nada que interpretar, nada que comprender. Es como si fuera una especie de conexión eléctrica”. Los ensambles de su pensamiento se forjan con la potencia de lo indefinido. Será por eso que apela a una capacidad ejemplar para establecer conexiones inesperadas, que por detrás sostiene una premisa lúdica que considera: “¿No es la filosofía precisamente el devenir niño del pensamiento?”. A su vez la ironía y el sarcasmo sobre su propio recorrido no están ausentes. “Nunca fui alumno de Viñas, pero siempre lo tuve como maestro (...) En 1994 llevé un ejemplar de mi primer libro La chancha con cadenas, que él leyó, marcó, subrayó, marcó con impacientes signos de pregunta y depositó en la Biblioteca de Instituto de Literatura Argentina, donde descansan sus restos.”
Digamos que Suturas pone el punto final a la trilogía imposible e infinita como cualquier serie que en este volumen adquiere una madurez que oscila por variopintos senderos. La estampa de sus narrativas teórica constituye un corpus que proyecta vínculos, reflexiones, ejes problemáticos, hipótesis, juicios y descripciones atinadas sobre la limitación de la función crítica, los vetustos protocolos de lectura y la imposición de la memoria como una mercancía suntuosa. Los textos que anteceden a Suturas y que señalan una conducta de compromiso crítico, son Fantasmas. Imaginación y sociedad y Clases. Literatura y disidencia. Si bien cada uno de los textos expone con solvencia sorpresas en la apelación a sus procedimientos, diagramación y renovaciones dentro del género del ensayo de la crítica literaria, un eco los acerca para eludir el empantanamiento de abarcar espacios diversos.
Martianus Capella, Ana María Barrenechea, Pedro Henríquez Ureña, Alfonso Reyes, Tim Burton, Eduardo Kac, Gareth Thomas, Roland Barthes, León Ferrari, Genet, Eduardo Grüner, Allen Ginsberg, Beatriz Sarlo, Proyecto Venus, Alejandra Pizarnik, Alexander Kojeve, son algunas de las figuras de autor que le sirven para expandir su mirada crítica-analítica: los hilos de su sutura.
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