HERMAN KOCH
Después de La cena, la novela que lo consagró internacionalmente y que estaba basada en el crimen de unos adolescentes encubiertos por sus padres, Herman Koch vuelve sobre sus propios pasos: en Estimado Señor M. un escritor se ve acosado por uno de los protagonistas del “caso real” que supo narrar en un libro. Una reflexión acerca de los límites de la ficción a la hora de trabajar con lo real, con seres que tienen nombre y apellido.
› Por Laura Galarza
“Escribir no lleva a la miseria, nace de la miseria.” Así Stephen King cita a Montaigne en Misery, donde una fan secuestra a su escritor favorito. En Estimado Señor M., la nueva novela de Herman Koch, un lector vive en el piso de abajo del escritor –el señor M.– al cual persigue. En este caso la miseria, como casi siempre, tiene que ver con el pasado y la venganza. Ajuste de cuentas, la novela que el señor M. escribió y que se convirtió en bestseller, está inspirada en una historia real (dentro de la ficción de Koch) donde una pareja de chicos, Herman y Laura, queda involucrada en la desaparición de Landzaat, profesor del colegio y amante de Laura. El vecino que persigue al señor M., estuvo relacionado, cuarenta años atrás, con aquel suceso que nunca se resolvió.
¿Cuál es el límite para un escritor que basa su ficción en hechos reales que involucran a personas reales?: es la pregunta sobre la que bascula la novela de Koch, quien no abandona su irónico humor (es también actor cómico y guionista de TV) para contar situaciones dramáticas. “Para mí no hay límites”, responde Koch en un reportaje. “Hay que escribir sin frenos. No soy una persona con tan pocos escrúpulos como la que escribe Ajuste de cuentas, pero escribo sin escrúpulos”. Señor M. es sin dudas un guiño a La cena (2010), la novela que consagró internacionalmente a Koch, y también inspirada en un hecho real: una mujer es asesinada por dos adolescentes de familia burguesa a los que sus padres tratarán de encubrir poniéndose de acuerdo. “Hacer un libro basado en hechos reales con víctimas y violencia puede ser un éxito, sin que el escritor tenga en cuenta el futuro de los protagonistas fuera del libro o después de la publicación del libro”. Antes de que lo haga el lector, Koch se adelanta y sobre el final de la novela trae a colación A Sangre Fría, haciéndole decir al Señor M.: “Truman Capote escribió ese libro cuando los hechos del crimen ya eran conocidos por todo el mundo, yo quiero hacer otra cosa, poner a trabajar mi imaginación”. Así es que M. tergiversa los hechos para obtener un rédito literario. A pesar de que en la vida real la desaparición del profesor no se esclareció, nunca hallaron el cuerpo y los jóvenes fueron absueltos, en Ajuste de cuentas, M. presenta el hecho como un crimen perfecto y premeditado por la pareja adolescente. Y claro que no piensa en aquellos que de la vida real pasan a ser personajes sin ser consultados. Vale recordar un gran cuento de Hanif Kureishi, “Cuatro sillas azules” en el que la ex mujer de un escritor lo cita en un café después de años sin verse porque en su último éxito editorial, él reveló no solo “sus intimidades sexuales” sino su infancia de niña abusada. “El arma del escritor es poderosa. Si escribes sobre algún personaje que se parece mucho a una persona real, la gente va a creer tu versión antes que la de la realidad”, dice Koch.
Con Estimado Señor M., Koch se afianza en sus pilares: drama ético en estructura narrativa impecable. Así como en Casa con piscina (2012), su novela anterior, la denuncia a la burguesía tenía como escenario el mundo de la medicina, acá Koch le saca el jugo a lo que de circense tiene la vida literaria. Los escritores se emborrachan en las ferias y terminan a las piñas después de que uno le dice al otro lo que de verdad piensa de su libro: “es un libro de mierda y facilón”. Koch revela que los que terminan a las piñas están inspirados en dos escritores neerlandeses. “Mulisch, que ya falleció, y Nooteboom fueron muy buenos amigos. Aunque yo sé que cuando uno iba a una conferencia a Alemania, por ejemplo, y un entrevistador o la organización le preguntaba si había leído el último libro del otro, decían que no o que no lo leyeran porque no valía la pena.”
La última carta, acaso la mejor venganza del vecino que devino en personaje, será dejar al desnudo lo que ocurre tras bambalinas. Entonces Koch explota con audacia y lucidez la intimidad de un escritor exitoso: sus agachadas y sus inseguridades, una esposa hastiada de la intelectualidad (antes que ir a la presentación de un libro prefiere quedarse en su casa, mirando una película y comiendo pochoclo) y una hija triste y consentida. También como de refilón, Koch aprovecha a poner la lupa sobre el auge de la extrema derecha en su país. “Holanda se vanagloriaba de ser el país más tolerante del mundo. Al utilizar la palabra ‘tolerancia’ ya nos ponemos por encima de las personas a las que toleramos. Pero ahora el resto del mundo llama a nuestras fronteras y se adueña de nuestras casas y nuestros barrios. De repente resulta que la tolerancia no basta”.
Sin dudas, Estimado Señor M. es la novela de Koch más compleja en su arquitectura narrativa, un verdadero castillo de naipes. El mismo hecho –la desaparición del profesor– es visto por los diferentes protagonistas involucrados, en el presente y en el pasado, y a su vez, en la realidad y en la ficción dentro de la ficción. En el pasado, el profesor, la pareja adolescente y su grupo de amigos. Laura, la más bonita del aula se enreda con el profesor de historia, un hombre casado que la juega de profesor piola y eternamente joven. En el presente, cuarenta años después, el escritor y su familia perseguidos al detalle por el narrador-personaje obsesionado. A la vez el hecho es contado tal como ocurrió en la realidad y en la ficción (en Ajuste de cuentas, el libro que escribe M). La diversidad de planos narrativos, así como el pasaje de climas de lo romántico a lo negro, resulta un juego de espejos muy bien orquestado.
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